Suena a regaño cuando le dicen: ¡no se rasque los ojos!, pero las consecuencias de esta acción aparentemente inofensiva son delicadas.
Asesores: Juan Carlos Abad, oftalmólogo cirujano
Diego Aristizábal, oftalmólogo cirujano
Adscritos a Coomeva Medicina Prepagada
Rascarse los ojos es un impulso común, algunas veces se hace por cansancio, por sentir un objeto extraño o para aliviar la piquiña en quienes tienen reacciones alérgicas; sin embargo, hay que saber hacerlo correctamente para evitar daños en los ojos, un órgano muy delicado. “Se pueden rascar haciendo presión desde el lagrimal con el dedo hacia el hueso de la nariz, pero no se puede tocar el ojo porque la córnea es como una milhoja, que tiene capas de hojaldre, si rascas muy fuertemente quiebras las capas y el ojo se empieza a distorsionar generando el queratocono”, explica el oftalmólogo cirujano Juan Carlos Abad.
El queratocono es una deformidad de la córnea, esta debe tener una forma semicircular u ovalada y se pone cónica, de ahí el nombre. “Eso hace que la imagen ya no pueda enfocarse donde debe, que es en la retina, sino que se disperse mucho, se vuelve irregular o poco nítida”, afirma el oftalmólogo cirujano Diego Aristizábal. La mayoría de casos de queratocono se generan en la infancia, cuando aparecen las alergias y los niños se rascan sin control, de ahí que los oftalmólogos del mundo quieran crear conciencia sobre las consecuencias de esta acción que parece insignificante.
Procedimientos necesarios
Una vez el queratocono aparece es necesario frenar su progresión con una cirugía llamada entrecruzamiento de colágeno corneal, que consiste en aplicar una vitamina en la córnea y poner una luz ultravioleta a una longitud de onda específica para que la córnea gane resistencia, explica Aristizábal. Luego, para mejorar la visión se puede recurrir a gafas y lentes de contacto blandos o rígidos, pero es frecuente que el daño sea demasiado grande y se deba hacer otra cirugía. Esta consiste en el implante de anillos intraestromales, unos pedacitos muy pequeños de plástico que tienen una forma semicircular para recuperar la forma normal de la córnea y que el paciente pueda volver a enfocar mejor. En los casos más serios puede ser necesario el trasplante de córnea.
Sobra señalar que a partir de que se diagnostica esta condición está prohibido volver a rascarse los ojos, pues la afectación es progresiva y entre más se realice esta acción, más grande va a ser el daño a la visión. Incluso después de las intervenciones quirúrgicas, el queratocono puede reaparecer, advierte Abad. Además, este no solo se da en la juventud. Pacientes que han tenido otros procedimientos quirúrgicos en los ojos son más propensos a tenerlo, al igual que los que desarrollan alergias más adelante en la vida, incluso se puede dar por la sola costumbre de frotarse los ojos, algo que puede producirse por afectaciones psicológicas
Los médicos especialistas Abad y Correo trabajaron en un estudio, en la Universidad de Antioquia, que muestra que el solo hecho de dejar el hábito de rascarse frena el queratocono y es posible que no sean necesarias las intervenciones quirúrgicas. “Es probable que la incidencia de esta distorsión disminuya con el coronavirus porque todo el mundo tiene la recomendación de no tocarse la cara, va a ser interesante porque las personas por las indicaciones de la cuarentena han dejado de rascarse, cuando los médicos vuelvan a evaluar los pacientes es probable que encuentren que el queratocono está tranquilo”, concluye Abad.
Otras consecuencias
Rascarse los ojos también puede llevar a que cuerpos extraños se incrusten en la córnea y sea necesario consultar al oftalmólogo para extraerlos y evitar que se rayen. Cuando se siente que hay un cuerpo extraño y este no sale solo con el parpadeo y las lágrimas que produce el ojo para defenderse, es necesario consultar. “Esto les pasa mucho a los motociclistas que andan con el casco abierto, también es posible que los pelos de animales causen conjuntivitis alérgicas. Si no salen parpadeando o con lágrimas artificiales, puede ser un problema”, advierte Aristizábal.
También es importante tener en cuenta que los ojos son una entrada al cuerpo y cuando bacterias o virus tienen contacto con él, no solo se pueden producir enfermedades como la conjuntivitis, también se puede dar una infección generalizada como la que produce el coronavirus, de ahí la recomendación de evitar tocarse la cara con las manos sucias. Los oftalmólogos no consideran necesario el uso de gafas o caretas protectoras para quienes no salen mucho o mantienen la distancia social, pero sí es un requisito para los profesionales que deben estar en contacto directo con el público.
Desprenderse del hábito
Romper la costumbre de rascarse los ojos puede ser un desafío, especialmente para los alérgicos, por eso los oftalmólogos recomiendan una consulta con el alergólogo que permita empezar un tratamiento y deshacerse de esta sensación. El uso de gafas protectoras, también puede ayudar a los más pequeños a que no puedan tocar sus ojos. Incluso se puede recurrir a asesoría psicológica cuando ninguna estrategia médica parece resolver el problema, lo importante es evitar que se afecte la visión y se desarrollen condiciones que requieran el uso de gafas formuladas o incluso intervenciones quirúrgicas.
Aunque pueda ser difícil dejar de rascarse los ojos, más si es habitual, debe evitarse pues este acto repetitivo causa complicaciones en la retina y expone a infecciones.