Cuando una herida se cura, esta puede cicatrizar de una forma anormal. A esto se le conoce como cicatriz queloide.
Además, de convertirse en un problema estético, puede conllevar otras molestias, como picor, quemazón o dolor, de ahí la importancia de tratarla.
Explica la agencia EFE, que en el proceso de curación de una herida, la piel tiene unos mecanismos para cerrarla. Entre estos se encuentra el de la formación de colágeno para cicatrizar. Ese colágeno lo componen unas células que se llaman fibroblastos. En el queloide, esos fibroblastos reaccionan de forma anómala y crean sin control mucho más colágeno que no está correctamente formado. “Es como un tumor, las células están fuera de control. Responden como si hubiese una herida abierta y continuamente forman cicatriz”, dice Miguel Sánchez Viera, director del Instituto Dermatológico Integral.
El queloide es difícil de prevenir, puesto que hay factores anatómicos, genéticos y raciales implicados en su aparición. No depende, por tanto, de la técnica quirúrgica ni de los cuidados postoperatorios. El sexo y la edad también influyen, siendo en las mujeres muy típica su aparición en el escote y los hombros.
Estas cicatrices responden mal a los tratamientos por lo que es conveniente combinar diferentes opciones en varias sesiones. Estos abarcan productos derivados de la silicona, medicamentos que se inyectan dentro de la cicatriz y láseres.
Le puede interesar: