Flotar no es nadar, pero es un buen inicio. Las prácticas físicas en el agua pueden comenzar desde los tres meses de edad, cuando el niño tiene capacidades naturales para fortalecer.
Chapotear en una pequeña piscina, sumergirse poco a poco, aprender a respirar para meterse en el agua, comenzar a dar brazadas y patadas para moverse en ella, ser consciente de sus movimientos y finalmente aprender los diferentes estilos de la natación es el proceso para que un niño se convierta en un practicante de este deporte, sea de manera competitiva, recreativa o por salud.
Toda actividad física tiene unos pasos a seguir que se deben completar con dedicación y disciplina, y en el caso de los más pequeños, con el acompañamiento de un adulto responsable y ojalá de los padres, si empiezan antes de los cuatro años, se explica en el sitio web de la Clínica Mayo. En seguida, las etapas de este aprendizaje.
1. Patrones respiratorios
3-4 meses hasta 3 años
Los niños normalmente inician entre los tres meses y tres años de edad, pues “todavía tienen ciertos reflejos que vienen desde que estaban en el vientre de la madre”, comenta Josué Polanía, profesor de natación. Uno de los que se aprovechan es la bradicardia o el descenso de la frecuencia cardíaca normal y sucede cuando el corazón late a menos de 60 veces por minuto, se da por dejar en pausa la respiración durante 15 o 20 segundos y es una respuesta innata en los bebés.
Estas condiciones se aprovechan para practicar inmersiones en el agua, que constan de introducir la cara del niño en la piscina, la cual puede ser lo suficientemente grande para que el adulto responsable quepa con el bebé, pero lo suficientemente pequeña para que el niño esté seguro. Así se desarrollan patrones respiratorios que serán beneficiosos para la función pulmonar. Estos ejercicios se practican normalmente hasta los tres años de edad.
2. Trabajos de técnica
3 años hasta 5 años
Luego de la etapa de patrones respiratorios donde los niños están más acostumbrados al agua, se comienzan a realizar trabajos de técnica que simulan la forma de desplazarse de ciertos animales o figuras que ellos reconocen. Algunos ejemplos de esto son: brazada de perrito, patada de perrito, la flecha, el gusanito y el delfín. El profesor explica que “a partir de los tres años hasta los cinco se trabajan las habilidades básicas en el agua, que son flotar, girar, sumergirse, lanzarse, saltar… todo lo que les ayude a defenderse en el medio acuático”.
3. Estilos de natación
5 años hasta 14-15 años
La natación reglamentaria tiene cuatro estilos que son: libre, espalda, pecho y mariposa. “Siempre se empieza con uno que se asemeje más a las habilidades básicas que pueda tener el niño, es decir que lo primero que se practica es el estilo libre. Así se observa su manera de nadar, flotación y su patrón respiratorio”, asegura Polanía.
Luego, continúa por el de espalda, donde se practica la flotación, patada y sumergimiento; luego sigue el de pecho, también conocido como “estilo de ranita” y, finalmente, se practica el de mariposa, que de todos es el más exigente a desde el punto de vista físico. Luego de estas etapas se puede continuar la práctica de natación a nivel recreativo o de salud, o competitivo, según el gusto del niño.
Si bien todo el proceso es enriquecedor para los niños y jóvenes, es natural que haya actitudes negativas, como la desobediencia, frente a padres e instructores. “Es normal que a un niño le dé miedo y que eso lo exprese en llanto o desobediencia, pero el instructor está para ayudarlo a superar ese temor con empatía y respeto”, explica Polanía.
Agrega que “muchos llegan a edades tempranas con muchas situaciones traumáticas con el agua, lo que les genera actitudes negativas frente a ella. Ahí el instructor actúa para llevar al niño a descubrir ese nuevo mundo y divertirse con la experiencia”. Todo ello acompañado de medidas de seguridad y educación para que ellos puedan distinguir los marcadores de profundidad y los riesgos asociados al deporte
Una disciplina muy completa
La natación para chicos, jóvenes y adultos, trae múltiples beneficios que se incrementan mientras más temprano se inicia el proceso, aunque se practique de manera competitiva o recreativa. Se resumen en siete aspectos:
- Mejora la movilidad y las articulaciones: En el agua se mueven todas las extremidades sin riesgo de ciertas lesiones, pues la natación no es una disciplina de impacto o contacto, como el fútbol o el baloncesto.
- Aumenta la elasticidad y flexibilidad: Impulsa estas condiciones de los músculos a través de la movilidad.
- Contribuye a mejorar la atención: En el caso de los más pequeños, ayuda a que se concentren y pongan su energía en el desarrollo deportivo.
- Mejora la respiración: Aumenta su resistencia cardiopulmonar y mejora los patrones de esta función.
- Ayuda al desarrollo neuronal y cognitivo: Es un beneficio que naturalmente se desarrolla en cualquier práctica deportiva y la natación no está excluida.
- Mejora la condición física: el gran consumo energético y calórico conserva el peso y el estado general del cuerpo.
- Despeja la mente: Permite centrar la mente y es posible relajarse más fácilmente sumergido en el agua, pues baja el ritmo cardíaco y de paso la presión arterial.