Abuelos y nietos: ¡Claro que se vale jugar!

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En la actualidad, muchos abuelos son cuidadores de sus nietos y, a través de actividades lúdicas y recreativas, comparten tiempo y estrechan lazos.

Asesora: Consuelo Vivas Perdomo, Psicóloga clínica, adscrita a Coomeva Medicna Prepagada

La imagen es enternecedora: abuelos y nietos jugando en medio de risas, de abrazos, de besos. Esos abuelos vuelven a ser niños que disfrutan con los pequeños detalles, de sentir el pasto, de montarse en un columpio, de ver la vida a través de los ojos de sus amores que apenas comienzan la vida.

Es común que los papás, atareados con trabajos de tiempo completo, prefieran dejar a sus hijos al cuidado de los abuelos, que les darán seguridad y cariño. Y, aunque puede surgir ese pequeño problema de “yo lo crío y tú lo malcrías”, habrá maneras de llegar a acuerdos y será, de hecho, necesario hacerlo, como lo comenta la psicóloga clínica, Consuelo Vivas Perdomo, para que las relaciones se establezcan sobre bases sólidas y saludables.

“Recomiendo que se hagan unos acuerdos entre madres e hijas, por ejemplo: de cuáles son los valores, las pautas de crianza, la alimentación y los horarios, para que, con base en eso, se llegue a un mejor entendimiento, a una mejor comunicación entre la familia y que el niño no se vea afectado por una posible disparidad”, indica.

JUEGOS COMO PREPARACIÓN

Es posible que los abuelos pongan en práctica los conocimientos que les fueron útiles con sus hijos cuando eran pequeños y que retomen con sus nietos muchas de las actividades y juegos tradicionales. Pero también es verdad, manifiesta Vivas Perdomo, que se están preparando en asuntos que no dominaban hace unos años, como la estimulación temprana; quieren saber algunos ejercicios para aplicar y aportar al desarrollo de los niños.

Una situación especial es que se transmite la sabiduría de los abuelos a esa nueva generación de la familia e, inclusive, su forma de atender a los nietos, más experimentada, les otorgará tranquilidad. “La hija, si de pronto es primeriza, con cualquier enfermedad se pondrá más tensa, más nerviosa, y el niño sentirá esa inseguridad y buscará a la abuela. Ahí también se nota otro hecho y es que la abuela enseñará a su hija a pasar por esas situaciones de angustia”, agrega.

El cariño es tan especial que, aunque el abuelo no cante, se atreverá a hacerlo para que el nieto se duerma o para hacerlo reír. “Ningún padre ni abuelo nace sabiendo qué es lo apropiado. Pero aún así, le pone música clásica, le canta canciones de cuna, inventa juegos”.

Es cierto que hay abuelos activos, que caminan, toman cursos y se encuentran y sienten muy vitales, pero otros que pueden movilizarse con menos posibilidades, en este caso, es importante si son cuidadores, que cuenten con el apoyo de otra persona para las actividades físicas y para la preparación de alimentos.

Aunque el mercado ofrece una gran variedad de juegos, dependerá mucho de la imaginación de papás y abuelos sacar provecho al tiempo que pasen juntos, para que sean momentos de calidad. Lo más importante será el amor con el que realicen las actividades y los juegos conjuntos.

Juegos para compartir en casa

Dibujar y pintar. Aquí pueden descubrir colores, mejorar la coordinación y la motricidad fina. Para todos, niños y abuelos, será un descubrimiento y una actividad muy relajante.

Realizar una receta juntos. Una en la que puedan amasar y mezclar, que no represente peligro y que les permita comprometer sus cinco sentidos.

Sembrar una semilla en una pequeña maceta u objeto casero. Paciencia, observación y un regresar a la tierra. Si los abuelos tienen jardín o huerta, esta actividad también aplicará para exteriores.

Los juegos de mesa y armar rompecabezas, que no sean muy complejos para los más pequeños, serán buena opción para repasar los números, las letras, las formas y para poner a prueba la memoria.

Hacer crispetas y ver una película que cuente una historia que a los abuelos les traiga recuerdos y a los niños les enseñe el humor clásico. O poner grabaciones de los hijos que, sin duda, a los nietos divertirán.

Ponerse manos a la obra con manualidades. Recortar y pegar, armar collages, convertir una media en un títere. En fin, que los abuelos retomen sus raíces y saberes, y les enseñen a los niños esas actividades que ellos también disfrutaron en su momento.

Bailar. Para esos abuelos bailarines, poner música y moverse con los nietos será una maravillosa experiencia. También el contarles sobre los diferentes ritmos.

Adivinanzas. Una jornada en la que, de acuerdo con la edad del niño, inventen adivinanzas o piensen en un objeto, persona, animal o lugar y, sin decir su nombre, den características hasta que el otro adivine de qué se trata. También podrán dibujar las pistas.

Actividades para realizar al aire libre

Lo tradicional. Habrá muchos juegos que los abuelos rescaten de su propia niñez y que no les implique exigirse mucho físicamente, como las escondidas. Inclusive, podrán adaptar las reglas tanto para la edad de los nietos como para el estado de salud del abuelo.

“Veo-veo” y caminata. Mientras caminan por el jardín, por la urbanización o van hacia el parque, pueden jugar el “veo-veo” con colores, letras u objetos.

La pelota. Siempre será una excelente herramienta. Desde jugar fútbol hasta lanzarla de un lado a otro, este juego funcionará y permitirá que los nietos corran y el abuelo se quede más quieto, mientras es arquero o espera a que el pequeño regrese con el balón.

Ir de pesca. Aunque, en general, son las abuelas las que más se quedan al cuidado de los niños, en el caso de que el abuelo se involucre podrá enseñar a pescar al nieto y practicar el arte de la paciencia.

Armar jornadas de exploración. A veces, sin ir muy lejos ni realizar largas caminatas, podrán jugar a que son expedicionarios y observar con lupas las hormigas, la hierba y todo lo que se esconde en el patio o en el parque de la urbanización.

Regar las matas. No hay actividad más sencilla, pero más divertida que jugar con agua. Si hay un buen día, están de humor y con buena salud, podrán sacar baldes con agua o una manguera para, no solo regar las matas o el jardín, sino incluso, llenar globos ¡y perseguirse un poco! (Eso sí, sin exagerarse con el desperdicio de agua).

Visitar un lugar especial. Si el niño no está muy pequeño, podrán ir a algún museo o sitio interesante de la ciudad para aprender y conocer nuevos espacios.

Elaborar juguetes. Recoger artículos reciclables por toda la casa y el patio o la urbanización, y con ellos, sentarse al aire libre a mezclarlos para crear juguetes.

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