Tener una dieta balanceada requiere tomar decisiones en equilibrio y con inteligencia. Lo fundamental es comprender que cada organismo tiene necesidades distintas.
Asesora: Alicia Cleves Huergo
Nutricionista dietista
Comer bien jamás será renunciar a la comida o dejar de lado algunos placeres. Comer bien es elegir qué se consume, cuándo es mejor hacerlo y en qué cantidades. Lo que es recomendado para unos, no necesariamente es igual para otros. De acuerdo con la nutricionista y dietista Alicia Cleves Huergo, la razón es que cada organismo es diferente y las necesidades nutricionales de un niño no son las mismas de un adolescente, de un adulto o de una mujer embarazada.
“Las dietas no pueden estandarizarse, seleccionarlas depende de las actividades de la persona, del sexo, del peso, del momento de la vida en que esté, de su estado de salud, es decir, hay diversos factores que deben tenerse en cuenta para definir cuál es el mejor plan de alimentación de una persona”, señala la especialista.
¿Qué debe contener una dieta?
De todo, eso sí, sin excesos y seleccionando correctamente. Por lo tanto, las proteínas, los carbohidratos, las grasas, las frutas, las verduras son fundamentales en cualquier plan de alimentación y excluir alguno de estos tipos de alimentos puede generar, en el mediano o largo plazo, complicaciones de salud.
Proteínas
Las de alto valor biológico están en el huevo, la leche y las carnes. En el caso, de los veganos y vegetarianos, las leguminosas son una opción. Sin embargo, en este último caso la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos, advierte: “La mayoría de las proteínas de las plantas son incompletas. Las de la carne y otros productos animales son proteínas completas, es decir, suministran todos los aminoácidos que el cuerpo no puede producir por sí mismo”. Con ellos se producen nuevas células y se regeneran las que lo necesiten.
Carbohidratos
La nutricionista Cleves Huergo explica que ellos están clasificados en simples y complejos. Estos últimos son de absorción lenta, dan mayor sensación de saciedad y están en los cereales como arroz, quinua, plátano, papa, entre otros. Incluyen panes y cereales integrales, vegetales ricos en fécula (almidón) y legumbres. En el caso de los carbohidratos simples, son de absorción rápida y corresponden a los azúcares naturales en frutas, vegetales, la leche y sus derivados. También están los añadidos en el procesamiento y refinación de alimentos.
Grasas
Contrario a lo que muchos piensan, este tipo de nutrientes son parte importante de la dieta, pues entre otras cosas, aportan la energía necesaria para que el organismo pueda funcionar, favorece la salud del cabello y de la piel. Las de alta calidad abarcan los de origen vegetal, como los aceites de oliva y de canola. Así mismo, el aguacate, granos, nueces y semillas también son buena fuente de grasas saludables. Las grasas de origen animal deben evitarse en la dieta; así como las refinadas y trans que están en la comida “chatarra”.
Sin milagros
En redes o en la web, la lista de ‘dietas mágicas’ parece nunca acabar, como también personas que confían en que ese tipo de programas de alimentación les hará perder esos kilos de más. Lograrlo tal vez sea posible, pero, ¿a qué precio?
La nutricionista Cleves Huergo señala que las consecuencias más comunes de adoptar estas prácticas son anemias, desnutrición, deficiencia de calcio, hipoproteinemia (deficiencia de proteína en el organismo), alteraciones renales, osteopenia, entre otras complicaciones y refuerza al decir que: “Todos los nutrientes son necesarios en cualquier etapa de la vida, no se trata de quitarlos, cuando eso ocurre el metabolismo enloquece”.
En el caso de las dietas a base de proteína, la especialista advierte que los mayores perjudicados son los riñones, dado que el organismo no tiene la capacidad de almacenar esta sustancia en exceso, por lo tanto, los riñones deben trabajar el doble y pueden terminar en insuficiencia renal.
Decisiones conscientes
Las golosinas, los dulces, las comidas rápidas, si bien no son ideales dentro del plan de alimentación, tampoco implican una renuncia tajante. Consumirlos es posible de manera consciente, como algo extra, sin necesidad de incluirlos dentro de la dieta diaria. En esos casos, es importante evaluar la frecuencia y, claramente, recibir orientación por parte de un especialista para llevar un plan balanceado sin dejar de lado esos pequeños placeres.
Batidos y ayunos, ¿es la fórmula?
Claramente, ¡no! En primer lugar, es importante aclarar que los batidos son un complemento, no una comida principal, por esa razón, consumirlos no estaría contraindicado en caso de que no se conviertan en reemplazo del desayuno o la cena. Al respecto, la nutricionista Cleves Huergo indica que, por ejemplo, un batido de verduras verdes, sin colarlo, puede usarse como refuerzo para aquellas personas que no consumen suficiente fibra.
Por su parte, el ayuno intermitente es también un asunto de cuidado. “En estos casos, lo que en teoría cree la gente que ocurre es que cuando no se come nada, el organismo comienza a usar lo que tiene acumulado, sin embargo, lo que en realidad ocurre es que con un ayuno desde la noche anterior y por mucho tiempo, los índices de glicemia bajan, aparece el reflujo y la gastritis, de manera que es mucho más fácil y saludable hacer un balance de calorías, no excederse en el consumo, hacer ejercicio, no eliminar nutrientes y así no se altera el metabolismo”, precisa la especialista.
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