Con acompañamiento médico es posible reducir el dolor y la rigidez por medio de la actividad física.
Como cada caso es diferente, la Arthritis Foundation aconseja que antes de iniciar cualquier tipo de programa de ejercicios, el paciente con artritis busque asesoría médica, en especial si viene de un estado de quietud o no se ha ejercitado de manera regular en los últimos tiempos por miedo, dolor, rigidez o debilidad.
Así, con un seguimiento correcto, podrá aliviar el dolor, mejorar la movilidad y elevar la calidad de vida. Es importante iniciar este proceso paso a paso, con bajas intensidades y con movimientos que no impliquen grandes esfuerzos en las articulaciones ni recargas en ciertas áreas del cuerpo, para reducir riesgo de lesiones.
Según esta organización, la actividad física es beneficiosa en estos pacientes, entre otras razones, porque mantiene la flexibilidad, fortalece los huesos y los músculos que rodean las articulaciones para incrementar su resistencia, retrasa el deterioro del tejido óseo y cartilaginoso y aumenta la capacidad para ejecutar las tareas cotidianas.
El doctor tratante podrá recomendarle al paciente acudir a un fisioterapeuta, u otro especialista, para juntos organizar una adecuada rutina con las precauciones requeridas que, no solo le proporcionará a la persona sentirse más vital, sino que mejorará su autoestima y sensación de bienestar. Inclusive existen soportes, férulas, aparatos ortopédicos y otros dispositivos de asistencia para velar por la seguridad y comodidad de la persona.
Ejercicios en el agua y otros de flexibilidad, así como caminar y la danza aeróbica son los sugeridos, según el Colegio Estadounidense de Reumatología.
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