Ante una lesión o contractura muscular es común acudir a las terapias de frío y calor para reducir la inflamación. Sin embargo, no siempre está claro en qué casos funciona cada una o cómo es mejor su aplicación.
La Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos explica que el hielo debe aplicarse dentro de las primeras 24 a 72 horas posteriores a la lesión. Es decir que esta terapia es más efectiva cuando se trata de una inflamación aguda que responde a una lesión reciente, mientras que el calor logra mejores resultados en dolores crónicos.
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El efecto que logra el frío es el de reducir el flujo sanguíneo, con lo que se minimiza la inflamación y el dolor, evitando así que se expanda la inflamación o se afecte un tejido secundario En todo caso, cuando se use, la recomendación es no hacerlo por más de 20 minutos para no afectar la piel.
Por su parte, la terapia de calor estimula la circulación de la sangre por la zona afectada, facilitando la llegada de oxígeno y nutrientes que ayudan a sanar los tejidos. Por esto, es más recomendada en dolores recurrentes, que se mantienen por varias semanas o en aquellos crónicos como los generados por la artritis.