El oído es una parte delicada del cuerpo que merece una atención especial.
Aunque la intensión es buena, introducir copos de algodón al oído para limpiarlo solo logra aumentar el riesgo de taponar y romper el tímpano, así lo explica la Academia Americana de Otorrinolaringología.
La cera o cerumen es un agente normal que protege, lubrica y ayuda a limpiar el oído gracias al movimiento lento y ordenado que hace desde el conducto auditivo -donde se genera- hasta la apertura de la oreja, donde se seca en forma de escama y cae.
Cuando se inserta un aplicador de algodón para retirar la cera, lo que generalmente ocurre es que se empuja de vuelta por el conducto auditivo hasta el tímpano, generando bloqueos. Y si se introduce aún más profundo puede llevar a la rotura del tímpano y, en circunstancias más severas, hasta a una parálisis facial y vértigo.
Normalmente, los canales del oído nunca deberían ser limpiados, pero cuando se acumula cerumen en exceso aparecen síntomas como dolor de oído, taponamiento, pérdida parcial de la audición, zumbidos, picazón y tos que sí requieren la higiene inmediata del conducto.
Para ablandar la cera se puede usar gotas e irrigaciones comerciales disponibles en las farmacias, también remedios caseros como aceite para bebés, glicerina, aceite mineral o agua a temperatura corporal. Para limpiar, basta con un paño o toalla en la parte externa del oído. Nunca inserte nada en el canal auditivo.
Si las molestias continúan se recomienda consultar al profesional en salud, quien podrá realizar la eliminación manual de la cera con instrumentos médicos especiales para ello.