Es el principal componente de huesos y dientes, por lo que es imprescindible para garantizar una correcta mineralización ósea.
Según la Academia de Nutrición y Dietética de Estados Unidos, el 99% del calcio corporal se encuentra en estas estructuras. Pero este mineral no solo es esencial para mantener la salud de los huesos, sino que también desempeña otras funciones vitales como ayudar al proceso de contracción muscular, en la coagulación de la sangre, en los latidos del corazón y en la salud del sistema nervioso.
¿Qué pasa cuando hay déficit?
Cuando existe deficiencia de calcio, ya sea por alguna condición genética o por un aporte bajo (osteoporosis), se presentan huesos más frágiles y, por tanto, un mayor riesgo de fracturas.
Asimismo, un aporte insuficiente también puede producir enfermedad periodontal, y problemas neuromusculares como debilidad muscular, calambres y convulsiones. Por otro lado, la ingesta insuficiente de calcio está asociada a un aumento de la presión arterial.
¿Qué pasa cuando hay exceso?
El exceso de calcio o hipercalcemia puede producir síntomas como estreñimiento, náuseas, vómitos, dolor abdominal, debilidad muscular, apatía, depresión, irritabilidad, confusión, dolor en los huesos y mayor frecuencia para orinar.
Este exceso puede ser consecuencia de tomar dosis elevadas en forma de suplementos. Pero existen algunas alteraciones que también podrían provocarlo, como el hiperparatiroidismo, el hipertiroidismo o la insuficiencia renal.
Algunos alimentos ricos en calcio
Para la Academia, los lácteos son la mejor fuente de calcio, pero también alimentos como las legumbres, las verduras de hoja verde, los frutos secos y las sardinas contienen una buena fuente de este mineral.
Tenga en cuenta que el exceso de fósforo, de fibra o de cafeína (más de cuatro tazas de café al día) reduce su absorción. Igualmente, las dietas con grandes cantidades de proteínas aumentan su excreción a través de la orina.
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