Es posible volver a comenzar

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Terminar una relación de casi toda una vida es complejo, aunque, si se asume de la manera correcta, puede significar el inicio de algunos cambios y del autoconocimiento.

Asesora
Lillyana Estrada Cano
Psicóloga

Las relaciones de pareja pueden haber durado décadas; tiempo en el que se criaron hijos, incluso, nietos, pero nada las blinda de una ruptura. La crisis de la tercera edad es una realidad y factores que surgen durante esta etapa como la partida de los hijos del hogar o un mayor tiempo libre debido a la jubilación, pueden generar un punto de inflexión en el compromiso, pues cuando unos disfrutan con tranquilidad y mayor libertad, otros agotan su paciencia y deciden ponerle punto final.

¿Se van a separar a estas alturas?, ¿30 años de matrimonio y van a terminar?, ¿qué opinan sus hijos?, son preguntas usuales ante este tipo de casos. Hay quienes por culpa de esos mismos interrogantes no toman la decisión y por temor a quedarse solos llegan a acuerdos para continuar en convivencia con la pareja así no implique manifestaciones afectivas.

El rol de la familia

Ante una decisión de vida tan importante, el apoyo de la familia es fundamental. Al respecto, Lillyana Estrada Cano, psicóloga del Hospital San Vicente Fundación, explica que ellos no deben influir en este tipo de situaciones. “Es ideal que los seres queridos acepten y respeten la decisión de la pareja. Además, es necesario mantener el vínculo, que exista la posibilidad de reunirse en familia sin tomar partido ni de un lado ni del otro”.

Las personas cercanas deben comprender que después de los 50 años se puede tomar un segundo aire, sentirse con vitalidad, energía, ganas de aprender y de cambiar. Debido al tiempo libre y la experiencia que otorgan los años, los adultos mayores comienzan una nueva vida que no siempre implica otro compromiso. Los franceses lo catalogan como le démon du midi (el demonio del mediodía) al hecho de tomar el impulso para hacer los planes que fueron pospuestos por el compromiso y después de muchos años los quieren cumplir, un aspecto que la especialista considera clave porque se trata de aprovechar esa nueva oportunidad al máximo. “Cuando el resultado no es satisfactorio y consideran que todavía les falta vivir otras experiencias, quieren arriesgarse”.

Factores desencadenantes

Aunque cada relación es diferente y tiene sus acuerdos, hay factores que influyen en este tipo de situaciones, como el alcoholismo. “El consumo de sustancias que perturban la tranquilidad hace que en algunos casos haya violencia verbal, psicológica o física, y puede suceder de forma crónica hasta llegar a un punto que no se tolera más”, añade la psicóloga Estrada. Otro factor es la necesidad de establecer vínculos con terceros; amistades, viajes o salidas que la otra persona no está dispuesta a soportar.

Las personas que enviudan no son ajenas a un nuevo comienzo. Si bien todos los duelos son diferentes y dependen de cómo haya sido la historia de la relación, la sugerencia es estar acompañado, buscar ayuda profesional, cuando sea necesario, y permitir que las emociones se manifiesten con tristeza, con llanto o con aislamiento, siempre poniendo atención en que no se convierta en depresión, para así estar en paz y poder conocer a nuevas personas o iniciar otras rutinas.

Acciones con mucho sentido

Existen algunas prácticas significativas en pro de un nuevo comienzo. Con el apoyo de la psicóloga Lillyana Estrada Cano destacamos algunas de ellas:

  1. Compartir en familia. A pesar de la ruptura y la conmoción que puede ocasionar, no se debe perder esa red de apoyo.
  2. Aprender algo nuevo Hay quienes estudian sin importar su edad. Otras personas se dedican a cocinar, a viajar, al arte o las manualidades, entre otras actividades.
  3. Realizar actividad física Esta es una pauta común en el autocuidado. Ayuda a mantener un estado de ánimo estable y posibilita compartir con otras personas de su mismo grupo etario.
  4. Buscar asesoría cuando sea necesario La depresión puede surgir en la adultez,
    en especial después de una ruptura afectiva, por lo que la ayuda psicológica o incluso psiquiátrica es una opción.
  5. Recordar lo espiritual Manejar una conexión con el mundo espiritual, que no necesariamente se vincula con una religión específica, es necesaria para sintonizarse con la idea de conocerse a sí mismo, saber cuáles son sus fortalezas y debilidades y trabajar en ellas.

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