Si este fluido no existiera, sería difícil la ingestión de los alimentos, así como detectar el sabor de los mismos.
Asesor Juan Manuel Cárdenas Vásquez, odontólogo y odontopediatra
El ser humano produce entre uno y dos litros diarios de saliva de forma instintiva. Sin embargo, esta cantidad puede variar por la dieta, la toma de algún medicamento, el padecimiento de ciertas enfermedades, así como por la ingestión, olor o visión de alimentos. Su presencia es indispensable para el buen funcionamiento de la cavidad oral y entre sus funciones está la de humedecer los alimentos para hacer que su digestión sea más fácil, ayudar a la lengua a que pueda sentir los diversos gustos, descomponer los alimentos y limpiar el interior de la boca.
La saliva se produce constantemente en las glándulas salivares “menores” como las labiales, bucales, palatinas o linguales y de forma abundante en las glándulas “mayores” como la parótida (parte interior de las mejillas), submaxilar y sublingual.
Según el doctor Juan Manuel Cárdenas Vásquez, odontólogo y odontopediatra, este fluido está compuesto por agua y una cantidad de minerales vitales en el mantenimiento del ecosistema de la boca, en donde interactúan diferentes estructuras anatómicas y físicas. Conozca más sobre sus múltiples beneficios.
¿Cómo se controla el pH?
Hay organismos propensos a infecciones o a la caries dental, debido a que su saliva es más ácida. En este caso hay que tener un mayor cuidado con la alimentación que afecta la acidez gástrica y, en especial, con la higiene oral que puede complementarse con enjuagues con flúor.
Múltiples funciones
- Lubricación: permea no solo los dientes y tejidos blandos, sino también el tracto respiratorio. La lubricación facilita el habla y la pronunciación, manteniendo hidratada la lengua y todos los componentes que participan en la emisión de la voz.
- Alimentación: en la función digestiva ayuda a formar el bolo alimenticio, haciendo fácil la deglución y, en la función del gusto, hace posible diferenciar el sabor de los alimentos.
- Antimicrobiana: defiende la entrada de bacterias al cuerpo para prevenir infecciones gracias a la inmunoglobulina y a las proteínas. Cuando hay poca saliva, se es más propenso a contraer infecciones. Esa resequedad también afecta los dientes porque hay más riesgo de caries debido a la placa dental, en donde se acumulan microorganismos que destruyen el esmalte. La saliva ayuda a regular ciertos elementos que atacan esas bacterias.
- Cuidado del esmalte: esta capa está recubierta por calcio, que se somete a la exposición de la saliva. “Al comer dulce, debido a los jugos gástricos que se producen por el azúcar, la saliva se vuelve ácida, lo que induce a una pérdida de minerales y el esmalte se va erosionando. Si tiene un pH básico puede protegerlo”, afirma el doctor Cárdenas.
- Control de la halitosis: el mal aliento, en ocasiones, se debe a la resequedad en la cavidad oral. Por ejemplo, en las personas que respiran por la boca o aquellos que tienen alguna patología. También por un efecto secundario de algún tratamiento.
95% de agua tiene la saliva, Además, de fosfato, bicarbonato y enzimas, que le permiten cumplir con sus funciones.
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