La adicción a los videojuegos es un tema que siempre ha generado polémica. Es común oír hablar de las consecuencias mentales y físicas que puede tener practicar en exceso.
Apenas ahora se han definido los criterios que permiten hablar de un trastorno por videojuego y, a partir de junio próximo, esta adicción quedará incluido en la Clasificación Internacional de Enfermedades (ICD-11) de la Organización Mundial de la Salud como un problema mental.
El borrador de la OMS señala que para hablar del problema como un trastorno o adicción se debe dar, en primer lugar, una falta de control sobre la frecuencia, intensidad, duración y finalización del juego, así como del contexto en que se presenta. Igualmente se caracterizará por el hecho de que la persona le dé “cada vez más prioridad al juego… hasta el extremo de que el videojuego es más importante que otros intereses y actividades diarias”.
Por último, se habla de una escalada en el tiempo dedicado a estos videojuegos «a pesar de la ocurrencia de consecuencias negativas», entre las que se destaca una disfunción en el funcionamiento social, familiar y educativo de la persona que se mantenga por un periodo superior a 12 meses.
Aunque el informe de la OMS no especifica acciones de prevención ante este trastorno, está claro que el control del tiempo es uno de los factores determinantes. En una persona adulta será más difícil de manejar, por lo que es importante el acompañamiento familiar, pues quienes rodean a la persona son quienes seguramente podrán identificar las señales de alerta.
Por su parte, en los más niños, los expertos recomiendan a los padres limitar a 60 minutos al día la exposición a esta actividad, entre otras claves para prevenir la adicción a los videojuegos.
Se calcula que el trastorno por videojuego puede afectar entre el 1% y 10% de la población adulta en general.