Comer rápido es más común de lo que se cree, es algo cotidiano e incluso inconsciente, pero a largo plazo genera consecuencias negativas para la salud.
La evidencia científica explica varias razones por las cuales comer despacio se debe volver un hábito. Un estudio presentado en 2017 durante la reunión anual de la Asociación de Cardiología de Estados Unidos, destaca que la velocidad de la alimentación está relacionada con la obesidad y a cinco veces más riesgo de contraer síndrome metabólico, condición que representa mayor posibilidad de padecer diabetes, hipertensión y colesterol elevado.
Otro estudio liderado por especialistas de la Unidad de Nutrición Humana de la Universidad Rovira y Virgili junto con investigadores del Instituto de Investigación Sanitaria Pere Virgili y del Centro de Investigación Biomédica en Red – Fisiopatología de la Obesidad y Nutrición (CIBERobn), explica que las personas que comen de forma rápida tienen más riesgo de presentar triglicéridos altos en la sangre. Para ello analizaron el comportamiento de 792 voluntarios, clasificados en tres categorías de ingestión: lenta, media y rápida.
En este análisis establecieron un promedio de tiempo estimado de 18 minutos para quienes comían de forma rápida. La prevalencia de hipertrigliceridemia de los participantes fue comparada y los investigadores lograron establecer que el grupo de ingesta rápida tenía una probabilidad 59 % más alta de presentar triglicéridos elevados en sangre, lo que se considera un factor de riesgo cardiovascular.
Otra consecuencia que se menciona relacionada con la rapidez al comer es que impide que el cerebro registre señales de saciedad, lo que aumenta el riesgo de obesidad, debido a que en muchos casos ingerir alimentos a una alta velocidad es sinónimo de comer más.
La recomendación de comer despacio va más allá de disfrutar mejor el plato, percibir cada sabor y gozar de uno de los grandes placeres de la vida, esta práctica también implica mejor digestión, un correcto funcionamiento del estómago y una mayor asimilación de los nutrientes.
La nutricionista Cristina Sánchez Reyes, en su blog Dieta Saludable, recuerda algunas técnicas que pueden ser útiles para comer despacio:
- Tomar una menor cantidad de alimento en cada bocado.
- Cortar los alimentos en tamaños pequeños.
- Masticar 15 veces más de lo habitual.
- Mantener una conversación fluida con el resto de las personas presentes en la mesa.
- Evitar distracciones con el televisor o el celular.
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