Prepararse para cuando ya no se pueda conducir

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Manejar un automóvil exige un estado físico y mental que puede verse afectado con el paso del tiempo.

Asesora: Maria Clara Ocampo
Docente de Enfermería de la Universidad CES

En Colombia, las licencias de conducción para vehículos particulares se pueden renovar cada diez años antes de cumplir los 60, para vehículos de servicio público este plazo es de tres años. A partir de los 60, la licencia para particulares dura cinco años y la de públicos un año, hasta los 80 años, cuando todavía se puede renovar de manera anual. La edad, más que un criterio para conducir, es un indicador de la necesaria evaluación de las capacidades físicas y mentales que requiere esta actividad, y lo importante es revisarlas para la seguridad de todos.

“Una persona puede tener una edad cronológica de 70 años, pero biológica de 60 y sigue en gran estado físico y mental, por tanto no representa ningún peligro, pero puede haber personas que ya a los 60 años de edad cronológica estén presentando los primeros signos de demencia”, explica la docente de Adulto Mayor en la carrera de Enfermería de la Universidad CES, María Clara Ocampo.

Lo que se necesita

La buena conducción no solo depende del conocimiento técnico que se tenga, sino también de la memoria, la capacidad cognitiva y los sentidos. Para expedir el certificado de aptitud física, mental y de coordinación motriz, las escuelas de conducción evalúan “la capacidad de visión, la capacidad auditiva, la capacidad de coordinación, los tiempos de reacción y recuperación al encandilamiento, la capacidad de coordinación entre la aceleración y el frenado, la coordinación integral motriz de la persona y el estado físico general”, explica Yesenia Orrego, psicóloga de la Academia de Conducción Auto Antioquia.

Estos ítems no solo se ven afectados por el paso del tiempo, hay otros elementos que pueden llevar a una condicionalidad de las licencias de conducción. En el campo cognitivo es necesario tener un cociente intelectual mayor a 70, y frente a los trastornos psicológicos, no se les permite manejar a personas que sufran de delirium, demencias, trastornos amnésicos, trastornos de la personalidad, esquizofrenia, o que sean dependientes de sustancias psicoactivas o del alcohol.

Sin embargo, si una persona no cuenta naturalmente con todos las aptitudes necesarias, su médico puede certificar que se encuentra en tratamiento y que siempre y cuando lo mantenga, tiene todas sus facultades. Esto implica el uso de ayudas ortopédicas, los audífonos o los lentes, o el tratamiento farmacológico en personas que tengan diagnósticos como trastorno del sueño, diabetes mellitus, trasplante renal, epilepsia o trastornos del estado de ánimo, entre otros.

Una conversación difícil

Si bien es cierto que las facultades físicas y mentales pueden afectar la capacidad de conducir en cualquier momento de la vida, es en la edad adulta cuando estas son evidentemente más perjudicadas y se pierden con velocidad. Esto implica para el adulto mayor una pérdida que debe saberse llevar, tanto para el individuo como para el grupo familiar, y es posible que necesite la intervención de profesionales de la salud.

“La clave es llevarlo despacio, no violentarlos y entablar una conversación positiva. Sin agredir o regañar, porque es un duelo. Desde la empatía, se debe pensar en buscar una consulta médica, hacerse exámenes para que el especialista lo oriente. Es un tema de seguridad y salud, sería importante una buena educación antes de que las personas lleguemos a esa edad, porque nos así nos concientizaremos de que vamos a llegar a ese punto y debemos parar, no lo tenemos que hacer abruptamente, sino que estamos preparados”, dice Ocampo.

Hay dos factores que complican la conversación con un adulto mayor en este escenario, el primero es que puede que este no esté notando su deterioro, por lo que es importante señalárselo desde el amor y con ayuda profesional. El segundo es que una vez es necesario dejar de manejar, esto puede ser doloroso para su sentido de independencia y autonomía, por lo que valdría la pena hacer un acompañamiento psicológico. Finalmente conducir no es una necesidad, sino un privilegio que se gana al tener conciencia de la importancia de la seguridad propia y de los demás.

Conducir es un privilegio que se gana al tener conciencia de la importancia de la seguridad propia y de los demás. Hay que prepararse para cuando ya no se pueda hacer.

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