La vacuna contra la hepatitis B puede prevenir la aparición de esta enfermedad por la que el hígado se ve infectado, desencadenando en algunos casos cáncer o cirrosis.
De acuerdo al último boletín de la Organización Mundial de la Salud sobre la evolución de esta enfermedad en el mundo, gracias al aumento en la cobertura de la vacunación contra la hepatitis B, “esta infección es cada vez menos frecuente entre las nuevas generaciones de un número cada vez mayor de países”. La inmunización recomendada es de una dosis al momento de nacer, seguida de dos nuevas a los seis meses.
La infección por el virus de la hepatitis B puede ser aguda o crónica. La primera es una enfermedad de corta duración, que ocurre dentro de los primeros 6 meses luego de que la persona se expone al virus. Esto puede dar lugar a fiebre, fatiga, falta de apetito, náuseas o vómitos, ictericia (ojos o piel amarilla, orina oscura, heces de color arcilla), dolores musculares, en las articulaciones y en el estómago.
La segunda, por su parte, es una patología de larga duración que tiene lugar cuando el virus permanece en el organismo. La mayoría de pacientes que la desarrollan no tienen síntomas, pero aún así es puede ocasionar daño al hígado (cirrosis) y cáncer de hígado.
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