Más allá de una característica estética, la piel cumple la función de proteger al organismo de factores externos como bacterias, temperaturas y agentes contaminantes. Por eso, su cuidado es esencial para conservar la salud general del cuerpo hasta la vejez.
Desde manchas, resequedad, envejecimiento prematuro, pérdida de elasticidad y arrugas, hasta enfermedades específicas y cáncer de piel, pueden prevenirse con prácticas cotidianas simples que, afortunadamente, solo dependen de uno mismo.
El peor enemigo de la piel es el sol, y aunque la luz solar es necesaria para el desarrollo de los huesos, los rayos ultravioletas en exceso pueden tener daños severos e irreversibles, especialmente en quienes tienen piel clara, ojos azules o verdes, cabello rubio o pelirrojo; o quienes tienen antecedentes familiares de cáncer de piel, de acuerdo con las indicaciones del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC).
Para conservar una piel sana tenga en cuenta las siguientes claves:
- Tome suficiente agua. La buena hidratación contribuye a la flexibilidad y la resistencia de la piel.
- Evite largas exposiciones al sol.
- Absténgase de fumar o de recibir el humo de fumadores.
- Hidrate la piel con cremas dermatológicas, en especial si frecuenta lugares con aire acondicionado.
- Esté alerta a posibles cambios en la apariencia de la piel y de sus marcas de nacimiento, manchas y lunares. Tenga en cuenta lesiones, irritaciones, bultos, cambios de color o textura.
- Evite broncearse en cámaras.
- Use bloqueador con un SPF de 30 o más, en la mañana y al medio día. Puedes ver más recomendaciones sobre este tema en la nota Antisolar, la frecuencia es la clave.