La infancia representa uno de los momentos cruciales para el crecimiento físico, emocional y cognitivo de los seres humanos.
Asesores: Hernán Darío Salazar y Santiago Pérez
Los años de vida de un niño entre 0 y 10 son decisivos para su futuro. La formación y cuidados que reciba durante este tiempo, marcarán la pauta de cómo será su adultez.
Un desarrollo temprano saludable que tenga en cuenta aspectos físicos, sociales, emocionales, lingüísticos y cognitivos, es fundamental para que los pequeños se relacionen directamente con el bienestar, la felicidad y el conocimiento.
La atención y cuidados médicos oportunos que se provean durante la infancia, permiten que el niño no presente retardos en el desarrollo y que cuando se convierta en un adulto, evite afecciones como la obesidad, enfermedades cardíacas o problemas de salud mental. Si en el transcurso de esta etapa, un niño accede a unas excelentes condiciones de vida, probablemente crecerá sano y desarrollará importantes capacidades verbales y de aprendizaje.
“Los primeros años de vida son trascendentales para el crecimiento de cualquier persona. En ellos se definen la personalidad, capacidades motrices, funciones cerebrales y la resistencia del cuerpo ante ciertas enfermedades”, señala el médico Hernán Darío Salazar.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), por lo menos 200 millones de niños que habitan en los países en vía de desarrollo, no alcanzan a llegar a su máximo potencial. Esta condición está mediada por problemas de nutrición, fallas en el modelo familiar, ausencia de ayuda médica y un entorno hostil que trunca el crecimiento de los chicos.
La infancia se caracteriza por procesos enérgicos y creativos, en los que se desarrolla el cuerpo humano de forma exponencial, especialmente aquellos órganos y funciones relacionadas con el sistema nervioso central. En esta etapa inicial de la vida, el cerebro produce una serie de períodos sensibles, en los que el ser humano alcanza una enorme sensibilidad a las influencias externas. Además, durante estos años se adquieren las habilidades para pensar, hablar, aprender e interactuar.
La niñez es una etapa de cambios rápidos, que deben ser vigilados para evitar enfermedades. El peso, la estatura y la capacidad sensorial son algunas de las claves que se monitorean constantemente para prevenir problemas de salud en una consulta rutinaria.
Estos chequeos deben incluir un examen físico completo, para que el médico verifique el crecimiento y desarrollo del pequeño, y así encontrar o prevenir anomalías. Aunque un niño esté saludable, debe someterse a estas revisiones, pues estos espacios son ideales para garantizar su bienestar y resolver dudas. Es ideal que los padres o acompañantes a estas citas, aprovechen para recibir información sobre nutrición, sueño, enfermedades y otros temas que involucran el desarrollo seguro de la infancia.
Chequeos
Los especialistas recomiendan que después del nacimiento del bebé, la siguiente consulta médica debe realizarse antes de completar los primeros ocho días en casa. Después de este encuentro, es necesario realizar chequeos en las siguientes edades:
- Un mes
- 2 meses
- 4 meses
- 6 meses
- 9 meses
- Un año
- 15 meses
- 18 meses
- 2 años
- 3 años
- 4 años
- 5 años
- 6 años
- 8 años
- 10 años
Si el niño luce enfermo o presenta síntomas de cuidado, como problemas de crecimiento, dolores crónicos o deficiencia en la nutrición, no es necesario respetar estos tiempos y se debe que visitar al especialista.
Los chequeos incluyen un examen físico completo, para verificar el crecimiento y desarrollo del pequeño, y encontrar o prevenir anomalías.
Entorno, lúdica y nutrición
La interacción de los niños con el medio que los rodea, representa un cerebro en evolución que motiva el desarrollo del ser humano.
El entorno influye en las capacidades cognitivas, sociales y emocionales de un pequeño. Este espacio genera un impacto trascendental sobre la forma como ve el mundo que lo rodea y como se adapta a él. Los expertos aseguran que los niños evolucionan mejor en ambientes receptivos, donde hay disponibles recursos que les permitan explorar y aprender.
“Las condiciones del entorno y las relaciones que el niño establece con él, definen cómo será desarrollo personal, psicológico y social. Incluso, estas condiciones influencian la evolución de su sistema inmune y su capacidad intelectual y motriz”, afirma el psicólogo Santiago Pérez.
Las dinámicas de juego también son fundamentales en el desarrollo temprano, pues ofrece beneficios físicos e intelectuales. A través de la lúdica, los niños potencializan su formación, motricidad y construcción de identidad.
La creatividad y la flexibilidad son habilidades fundamentales que se aprovechan gracias al juego durante la infancia. Se debe motivar a los niños para que no le tengan miedo a crear, transformar y expresar lo que sienten y piensan.
La nutrición es el hilo conductor del desarrollo temprano. De ella dependen el crecimiento y el progreso de las funciones vitales.
La Onu asegura que por lo menos 20 millones de bebés de bajo peso nacen cada año en el mundo. Esta cifra es la muestra de que algo anda mal en los procesos de desarrollo de la infancia.
Durante los primeros meses de vida, la leche materna tiene que protagonizar la alimentación, pues es la única que contiene los nutrientes necesarios para que un bebé enfrente al mundo que lo recibe. Con la lactancia se asegura que los pequeños crezcan y se transformen en niños preparados para aprender.
Las deficiencias nutricionales en niños menores de tres años generan graves consecuencias a largo plazo, como problemas en el desarrollo intelectual y psicológico. Según Unicef, cada año mueren cerca de 10 millones de menores de cinco años por falta de una correcta alimentación. Por la misma razón, más de 200 millones de pequeños no alcanzan a desarrollar todo su potencial.