Más que una asignatura por aprobar, las matemáticas son importantes para desarrollar el razonamiento. Conectar con los números y vencer los prejuicios es posible, incluso desde la infancia. Te contamos cómo lograrlo.
Si existe una materia escolar con mala reputación, sin duda esa es matemáticas. Que son aburridas, difíciles, para nerds o incluso inútiles son algunos comentarios comunes. Hay quienes eligen su carrera universitaria con el requisito de que no tenga nada que ver con números. Pero este desprecio comienza mucho antes, tal vez con malas experiencias o frustraciones durante el colegio. El medio académico The Conversation indica que la predisposición de los estudiantes hacia las matemáticas impacta en su rendimiento, además, esa aversión por el tema también se transfiere.
Resulta que ese rechazo y temor a las matemáticas tiene un nombre: aritmofobia, tal vez no listado por la RAE, pero sí padecido por muchos. La docente escolar Nayareth Vallejo, licenciada en Matemáticas y Física de la Universidad de Antioquia, cuenta que muchos niños y niñas presentan ese miedo desde la primaria, “no necesariamente se lo atribuyo a la escuela, aunque es cierto que pueden haber profesores que no motivan, a veces viene desde el hogar y la misma sociedad”.
Otro factor en esa ecuación de rechazo tiene que ver con la enseñanza en casa. “Por lo general, los papás y mamás tienen muy buena voluntad, pero a veces ese proceso de tareas y repaso es a través de la presión y los juicios, con frases tipo: ‘¿cómo que no sabes cuanto es 8 x 3?’ o ‘¿por qué no te da la solución?’”, expresa la docente. Igualmente, hay infantes que tienen la predisposición y son muy hábiles en esta competencia matemática, por lo que resuelven fácil y rápidamente los ejercicios; hecho que en la escuela puede resultar intimidante para quienes son más lentos o tienen diferentes potencialidades al aprender, “la mente se vuelve perezosa: ‘¿para qué voy a esforzarme en buscar una respuesta que alguien más va a dar’”, agrega.
Para comenzar bien el aprendizaje
Una de las estrategias que la docente Nayareth Vallejo aplica en el aula es incentivar lo que ella llama “matemofilia”, contraria a la fobia, son las ganas de aprenderlas con gusto, no solo para los habilidosos. “Me ha funcionado darle la posibilidad al estudiante de equivocarse, para corregir con tranquilidad y aprender del error. Como maestros, padres o tutores también debemos observar la manera de aprender de los infantes, si son más visuales, auditivos o kinéticos, por ejemplo, y enseñarles de esta manera”, señala Vallejo.
Entonces, ¿es mejor el acompañamiento o la autonomía? La docente explica que los padres de familia deben, indiscutiblemente, acompañar el proceso de sus hijos, “sentarse a hablar de lo aprendido en el colegio, repasar o resolver dudas así no haya tareas. Esto periódicamente, sea una vez al día, a la semana o al mes, para crear hábitos de estudio”. Una opción es apoyarse en plataformas, videos o documentos educativos.
Así mismo, la docente destaca que la empatía es clave al momento de instruir, así se transmiten mejor los conocimientos, se genera cercanía y confianza. Además, las lecciones deben estar bien preparadas. Es importante que los padres tengan presentes los métodos de enseñanza y evaluación del docente, para evitar conflictos, pues hay estudiantes que se defienden en varias metodologías y otros que no.
Finalmente, si el pequeño presenta dificultades en algún tema de matemáticas, una alternativa es repasar los conceptos que no están claros, hacer ejercicios y luego cambiar valores, para interiorizar y que la mente se adecúe en un proceso no mecánico, pero sí más lógico. “La recomendación es tomarse el asunto con calma, una nota no define quién es nadie. Y si el niño es bueno en música o artes y no en matemáticas, dele un instrumento o un pincel. Que sepa lo básico en matemáticas, pero necesitamos personas que hagan de todo y hay que darle cabida a otros talentos”, concluye Vallejo.
¿Para qué sirven las matemáticas?
Quienes se desempeñan en áreas afines tal vez entiendan su sentido . Pero es posible que otras personas, incluso los niños, cuestionen su utilidad. Es probable que usted no factorice a diario ni tenga que usar un trinomio, pero sí calcular porcentajes de descuentos, dividir cuentas y calcular el espacio cuando maneja. Como lo explica el matemático español Eduardo Sáenz de Cabezón, en el canal Aprendiendo Juntos, hay razones de peso para que las matemáticas estén en los pénsums educativos, más allá de contar, medir y desarrollar el pensamiento lógico. Sáenz afirma que al tratar de comprender el mundo lo sistematizamos, para eso sirven las operaciones y matrices, y pese a que muchas herramientas matemáticas materialmente no se aplican, son los procesos los que dejan el bagaje útil para la cotidianidad. Así, el experto destaca tres razones por las que vale la pena conocer las matemáticas, incluso desde la infancia.
Para formar ciudadanía crítica. Con la capacidad de interpretar argumentos y datos es más fácil informarse mejor y tomar mejores decisiones, en lo personal y social.
Son el lenguaje de las ciencias. No solamente de las exactas, sino también de las humanas y sociales, están presentes en distintos acercamientos científicos y tecnológicos.
Permiten el desarrollo del pensamiento abstracto. Ahí también tiene que ver la creatividad y la capacidad analizar y resolver distintas situaciones planteadas.
Más empatía y tranquilidad y menos presión a la hora de enseñar matemáticas, son claves para desarrollar estas competencias.