¿Qué hay detrás de ese deseo de procrastinar?

Asesoría:
Diana Cano
Psicóloga e hipnoterapeuta
Milena Rey
Coach

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La procrastinación es una conducta evasiva que reemplaza una tarea por otra que, a veces, representa menos esfuerzo. Identificar las causas ayuda a combatirla.

Todas las personas, en mayor o menor medida, son procrastinadoras. En ocasiones sucede cuando entran a YouTube y se dejan enganchar por videos ajenos al propósito inicial; o al tomar el celular para hacer una llamada laboral y recorrer hasta el último rincón de TikTok; o pasa cuando deben realizar una entrega de trabajo y prefieren organizar unos frascos en la cocina. El asunto en discusión no está en posponer una tarea o no, sino en encontrar el motivo que hace que no se cumpla con ella en el momento indicado.

La psicóloga, Diana Cano, y la coach, Milena Rey, coinciden en que se trata de una manera de enfrentar las emociones desafiantes y los estados de ánimo que algunas tareas generan, porque para gestionar la dilación es importante establecer cuál es la causa real. A  veces se cree que se debe a una falta de organización del tiempo, pero en realidad obedece más a estados emocionales. “A menudo las personas no hacen las tareas por miedo al fracaso, por baja autoestima o simplemente porque no se sienten preparadas para asumirlas o son muy exigentes. Tienen una conducta evasiva por la misma ansiedad que sienten al respecto; las consideran difíciles y no saben qué hacer”, agrega Rey.

Aplazar como resistencia

La sociedad contemporánea vive a un ritmo frenético. El estudio, el trabajo, e incluso las relaciones sociales, se rigen en buena medida por la productividad y la rapidez. Las personas que no encajan en ese perfil, en el que muchos no entienden la razón por la que se hacen las cosas o se establecen ciertas responsabilidades, son catalogadas como perezosas, vagas e incompetentes.

Es por esto que hay quienes defienden que no todas las acciones del día a día deben estar enfocadas en el crecimiento personal o en el desarrollo económico. Hay actividades que se hacen por simple satisfacción, pero que cuando se convierten en deber, son postergables y generan ese tipo de reacción.

A propósito del tema, Tim Urban en su charla Ted llamada “En la mente de un maestro procrastinador”, define procrastinar de una forma muy práctica, pues señala que los cerebros tienen tres personajes importantes: el motor de las decisiones racionales, que busca cumplir a cabalidad cada asignación; el mono de la gratificación instantánea, encargado de las tareas no hechas y el monstruo del pánico, al que llama como una especie de “ángel de la guarda” de las decisiones racionales y que es el encargado de velar porque se cumplan las asignaciones.

Además, según Urban, hay dos tipos de dilación: la que tiene plazos, que es la que permite activar al monstruo del pánico al aproximarse la entrega de un trabajo o porque hay una responsabilidad impostergable; y la dilación que no tiene plazos, que es la que impide terminar relaciones tóxicas, hacer ejercicio o empezar los proyectos personales que se han aplazado por días.

Identificar cuál dilación se enfrenta permitirá optar por la adecuada intervención para los casos que afectan la cotidianidad y se entra en una especie de círculo vicioso, como explica la coach Rey: “Al principio  por pereza o por miedo al fracaso se postergan actividades; las personas dicen que no se sienten preparados para asumirlas y empieza el círculo vicioso al asegurar que no podrán dar la talla con lo que les piden. Todo esto genera ansiedad, angustia y se sigue aplazando”. Lo importante es desafiarse y encontrar motivación suficiente para salir del ciclo. Como dijo Winston Churchill,  “el miedo es una reacción y el coraje es una decisión”.

Elementos imprescindibles

Ante cualquier escenario, hay aspectos a tener en cuenta, más que por asuntos de productividad y eficacia, por la meta de tener una buena salud mental.

 

  • Las rutinas son útiles para marcar un orden y poder separar el tiempo para hacer diversas actividades con el objetivo de que no se vuelvan abrumadoras.
  • Las recompensas siempre son necesarias. No necesitan ser nada grande ni caro, solo suplir algún gusto o deseo.
  • Es vital recordar que una cosa es el mundo de la tecnología que funciona de forma previsible y programada, y otra el de los humanos. Fallar una o dos veces no es sinónimo de fracaso.
  • Las emociones se deben vigilar constantemente, debido a que pueden indicar que algo no se encuentra bien.

“La frustración no viene de no poder alcanzar sus propios sueños; sino del hecho de no poder siquiera empezar a perseguirlos”, Tim Urban, escritor y conferencista.

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