Techo de cristal, ¿qué es y cómo romperlo?

Asesoría:
Natalia Andrea Velásquez S.
Psicóloga y magíster en Estudios de Mujeres, Género y Ciudadanía

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Crecer profesionalmente no es un asunto exclusivamente individual, sin embargo, cada vez más mujeres están consiguiendo romper las barreras para lograrlo.
 

Imagine que avanza por unas escaleras, sube varios escalones y, de repente, siente que su cabeza tropieza contra algo. No puede ascender, mira hacia arriba pero no ve ningún obstáculo ahí. Entonces vuelve a intentar, pero nuevamente, se encuentra con una traba. Así que decide alzar su mano, toca algo y percibe que es un cristal… Un techo de cristal.

Esta es la explicación de la metáfora que le da nombre a este concepto que surgió en los años 70, cuando un grupo de mujeres se sentó a conversar sobre sus experiencias laborales. Explica las dificultades que estas han enfrentado para acceder a cargos directivos y de mando. “Esta idea representa de manera simbólica, la transparencia del techo que no se ve pero que existe, que la sociedad no lo nota, pero termina frenando la vida profesional de las mujeres”, explica la psicóloga clínica Natalia Velásquez.

Aunque las condiciones laborales pueden ser complejas para hombres y mujeres, para estas últimas, las dificultades responden a una herencia sistémica que apenas se está transformando. Basta pensar que apenas en 1957 las mujeres colombianas pudieron participar del voto popular que había sido instaurado en 1936 para los hombres.

Este concepto va ligado también al de “suelo pegajoso”, que alude a cómo las mujeres pueden estar adheridas a empleos de menor calidad o informales, y con salarios más deficientes. Esto también ha estado soportado en los valores que se han asignado a cada género, para ellas, por ejemplo, la sensibilidad, la ternura y el cuidado.

Con la idea del amor se ha justificado el trabajo no remunerado de muchas mujeres y ha imposibilitado su desarrollo profesional. ONU Mujeres explica en su informe de 2017, que la “responsabilidad que recae desproporcionadamente en ellas es una barrera estructural para la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres al restringir sus oportunidades de escolaridad, empleo, capacitación, participación política, el cuidado de sí mismas y el disfrute de tiempo para el ocio y el descanso”.

Cifras sobre empleo en mujeres

De acuerdo con la última cifra de desempleo del Dane, hay una distancia de 7,5 puntos porcentuales entre hombres y mujeres, representado en un 18,1 % de desempleo en ellas y un 10,6 % en ellos. Cifras que contrastan con la preparación profesional que, en el caso de las mujeres, es superior. Según el informe Mujeres y hombres, brechas de género en Colombia, en 2018 se graduaron 127 mujeres por cada 100 hombres.

Para Velásquez, como consecuencia de la carga en las labores domésticas y de cuidado, algunas mujeres incluso tienen hasta dos y tres jornadas de trabajo, lo que se complejiza con las dificultades para distribuir el tiempo en las diversas áreas de la vida.

“Nosotras también tenemos estereotipos de género que asumimos de manera inconsciente. […] Nos han dicho que el deseo de nosotras puede esperar y así complacer el de los demás. Cuando es diferente nos genera culpa. Esto afecta no solo el acceso a oportunidades sino también la manera en que las aprovechamos”, explica la psicóloga.

Toparse con estas barreras también está determinado por los prejuicios que inciden sobre las capacidades intelectuales, muchas veces cuestionadas por ideas que sexualizan a la mujer, asumiendo que aquella que obtenga una posición de autoridad es porque se valió de su cuerpo para lograrlo.

Muchas se ven obligadas a “ponerse una especie de caparazón, para protegerse de críticas y micromachismos, para ‘no ser pasadas por la galleta’, lo que puede generar un desgaste laboral que afecta la salud mental y física”, puntualiza Velásquez.

“Los cambios no se han conseguido de la noche a la mañana, somos las personas quienes los hacemos. Solo así podremos romper ese techo”, señala Velásquez

Maternidad en el trabajo

Si bien no todas las mujeres quieren ser madres, la vida laboral sí es uno de los aspectos a considerar, pues implica generar acuerdos con la pareja, si la hay, y consigo misma, con el fin de revisar qué cuestiones están dispuestas a atender y cuáles no.

“La maternidad es uno de los asuntos más complejos de asumir en el campo laboral. Pues, aunque la situación está cambiando, si una pareja tiene un hijo, generalmente quien se queda a cargo es la mujer y hay un mandato social para que sean ellas quienes asuman la responsabilidad del cuidado”, explica Velásquez.

Gestionar las emociones a través de terapia, amistad y redes de apoyo, sumado a las tareas compartidas y a destinar diariamente tiempo para sí mismas es fundamental para mantener una salud integral.

¿Cómo romper el techo?

Tener un trabajo y avanzar en él incide, de acuerdo con Natalia Velásquez, en el bienestar físico y mental de las mujeres. Se refleja en la autonomía e independencia económica que, a su vez, aporta al libre desarrollo de la personalidad, genera valoración en su autoestima y mejora la percepción de su “sí mismo”.

Para quebrar el cristal con el que se encuentran las mujeres se requieren políticas públicas con enfoque de género, que los hombres cuestionen sus privilegios y que las empresas puedan ofrecer alternativas para que las mujeres que eligen la maternidad tengan cómo conciliar ambos mundos.

Películas recomendadas

  • El método, retrata los retos que presentan algunos aspirantes a un cargo directivo y evidencia los estereotipos que ocupan un papel en la búsqueda laboral.
  • Talentos ocultos, está basada en hechos reales y explica la lucha de tres mujeres afroamericanas que trabajan en la NASA y sufren por ver reconocido su trabajo.

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