Factores como el humo externo, antecedentes familiares o enfermedades como obesidad o alergias pueden aumentar el riesgo de padecer asma infantil.
El asma es una de las afecciones más frecuentes. Según datos de la OMS, alrededor del mundo hay más de 235 millones de personas que la padecen. Esta enfermedad consiste en la inflamación de la vía aérea que ataca principalmente a los pulmones y, debido a su riesgo, en los niños requiere una mayor atención y rápido diagnóstico.
Hay algunos agentes que pueden provocar o agudizar los síntomas. Tal vez el caso más común son las infecciones respiratorias virales, pero también se pueden ocasionar por el ejercicio, la risa, el llanto, cambios de clima, inhalación de aromas contaminantes u olores fuertes.
Un diagnóstico acertado
A pesar de su prevalencia, diagnosticarla a veces no resulta sencillo porque los síntomas no son tan frecuentes o se confunden con otras afecciones virales. No obstante, es importante que los padres estén atentos si sus hijos presentan ahogo, deben detenerse a mitad de una oración para recuperar el aliento, dilatan las fosas nasales cuando inhalan o deben hacer tanto esfuerzo para respirar que el abdomen se hunde, casos en los que lo mejor es que un especialista revise el caso.
Un diagnóstico acertado es el camino para evitar posibles complicaciones de salud. Al respecto, la neumóloga pediatra María Victoria Acuña explica que “esto se logra con una buena historia clínica, el examen físico, la realización de pruebas de función pulmonar como la oscilometría de impulso, forzada o una espirometría. Las imágenes radiológicas y algunos exámenes de laboratorio” y agrega que el asma se clasifica en leve, moderada y severa.
Una vez confirmada la enfermedad se comienza con el tratamiento para controlar la inflamación de los pulmones y las vías respiratorias. El inhalador es un gran aliado para combatir cualquier amenaza, pero es crucial controlar y evitar los demás aspectos que pueden desencadenar una crisis como el polvo, el polen, los cambios bruscos de clima, entre otros, para que el niño pueda llevar un estilo de vida normal con actividad física sin que el asma interfiera en su cotidianidad.
Atención a los síntomas
Es fundamental que los padres permanezcan alerta ante cualquier señal. “Si se exacerban los síntomas, el niño refiere ahogo, aumenta la tos, se escuchan silbidos, llamadas sibilancias, y en la medida en que la severidad aumenta se presentan signos de alarma como los labios morados; hundimiento al respirar entre las costillas, sobre la clavícula o subcostales, y la alteración en el estado de alerta, es necesario acudir a urgencias de inmediato”, resalta la especialista.
¿Qué es la neumología pediátrica?
Esta es una especialidad médica que estudia, diagnostica, trata y hace seguimiento a las enfermedades de la vía aérea y de los pulmones, en pacientes desde la etapa neonatal y hasta los 18 años.
El especialista en esta materia hace procedimientos e interpreta estudios con fines terapéuticos y para diagnosticar enfermedades. Algunos análisis son la fibrobroncoscopia, los lavados broncoalveolares, biopsias de vía aérea y pruebas de función pulmonar.
Esta especialidad aborda las siguientes enfermedades:
- Asma.
- Tos crónica.
- Malformaciones congénitas de vía aérea y pulmonares.
- Las relacionadas con la prematurez como la displasia broncopulmonar.
- Las de origen infeccioso como tuberculosis, neumonías virales, bacterianas y por hongos, bronquitis, bronquiolitis.
- Las relacionadas con trastornos del sueño como apneas.
- Los síndromes aspirativos crónicos como consecuencia de las alteraciones de la deglución, del reflujo gastroesofágico o de fístulas entre el tracto digestivo y la vía aérea.
- Fibrosis quística y discinesia ciliar primaria.
- Secuelas de enfermedades infecciosas.