Enseñarles a los niños hábitos y pautas para que construyan sus propias rutinas, sin regaños y con buen ejemplo.
Asesor: Manuel Alonso Alejo, médico pediatra, adscrito a Coomeva Medicina Prepagada.
Un niño al que se le educa en el autocuidado es capaz de evitar situaciones de riesgo para su integridad física, sabe alejarse de personas que puedan hacerle daño, tiene un desarrollo emocional adecuado y una buena autoestima y crece con valores humanos sólidos, teniendo un marco de referencia para actuar y comportarse.
Por esto, tansmitirles a los hijos la importancia del cuidado de sí mismos es una de las principales tareas que los padres tienen durante los primeros años de vida de sus hijos, entendiendo que son ellos los primeros en darles ejemplo, ya que las normas y comportamientos relacionadas con este aspecto se aprenden a partir de las buenas prácticas y de la repetición.
“Recuerde que las palabras se las lleva el viento, no basta solo con darle al menor la orden de que se lave las manos o los dientes, coma verduras o haga deporte, también es necesario que los papás practiquen esos hábitos en casa”, dijo Manuel Alonso Alejo, médico pediatra.
Es importante que en este proceso no se cuestionen, juzguen, regañen o castiguen a los menores por no hacerlas, pues es una fase que generalmente dura toda la infancia. “Hay que explicarles con pocas palabras, indicaciones claras, sencillas y cortas por qué es importante tener presente estas pautas”, agregó.
El especialista recomienda enseñar la importancia del autocuidado desde que el niño está recién nacido, pues es en esta etapa cuando se inculcan horarios y rutinas de alimentación, sueño y baño, “para que esos comportamientos se arraiguen en su personalidad y sean parte de su estilo de vida”, indicó. Por esto, entre los tres y cuatro años, y durante la edad escolar, se sugiere reforzar los argumentos con el objetivo de que construyan sus propias rutinas.
Hábitos que perduran toda la vida:
Lavarse las manos: se recomienda hacerlo cada vez que el niño coma, entre al baño, salga al parque o juegue con una mascota. Utilizar jabón y enjuagar por máximo un minuto para no desperdiciar agua.
Lavarse los dientes: realizar tres veces al día, al término del desayuno, el almuerzo y la comida. Debe hacerse de arriba hacía bajo, de forma suave, para evitar heridas en las encías. Brindar al niño con crema dental sin flúor y cuando los padres vayan a repasar su cepillado hacerlo con crema con flúor. La dosificación de este mineral es fundamental y debe ser recomendada.
Comer frutas, verduras y hortalizas: estos alimentos aportan vitaminas, minerales y antioxidantes, nutrientes esenciales para el correcto funcionamiento del organismo de los niños. También son ricos en fibra, agua y bajos en grasas. Es importante enseñarles a elegir los alimentos más saludables a la hora de ir a comprar u ofrecerles un menú de varias opciones.
Tomar agua: dado que son muy propensos a deshidratarse por su actividad física, los pequeños deben consumir, en promedio, 2,5 litros de agua como mínimo al día. Los más pequeños, entre 0 y 3 meses, 800 ml; de 6 meses 1.000 ml; y a partir del año, 1.300.
Hacer deporte: cualquier rutina deportiva evitará el sedentarismo y, por tanto, los riesgos de padecer sobrepeso y obesidad. Además, de favorecer en ellos las relaciones sociales y el aprender a cumplir reglas. Animarlos a hacer cosas que los hagan sentirse bien: arte, deporte, música, baile.
No jugar con implementos de cocina: los cuchillos, tenedores, platos, vasos, pocillos, entre otros elementos, pueden ocasionar cortaduras y diferentes laceraciones cuando son mal manipulados. Evitar también cualquier contacto con las estufas y los electrodomésticos en general.
Cuidado con las escaleras: se deben bajar escalón por escalón, sin saltar, de forma lenta y sosteniéndose de la pared o barandilla. Si el menor aún no camina, se sugiere que lo haga sentado.
Valorar el cuerpo: enseñarles que cada órgano es valioso y que solo ellos pueden tocarlo y cuidarlo. Hablarles con los nombres correctos de las partes del cuerpo y ayudarles a detectar las señales que les da el cuerpo y la mente cuando no están bien.
Los papás son validadores:
- Como padre, sea coherente con lo que dice y hace.
- No castigue al menor por no hacer una actividad como lavarse los dientes o las manos, tenga presente que estos hábitos se deben enseñar sin represión.
- No le dé premios cuando cumpla con una práctica de autocuidado, pues correrá el riesgo que valore más el regalo que la importancia del hábito.
- No desautorice al cuidador o niñera, en especial, si estos quieren enseñarles otras prácticas. Esto generará en los pequeños desconfianza e inseguridad.
- Explíqueles las tareas de cuidado personal de forma sencilla y clara, sin tanto rodeo ni retórica.