En los controles pediátricos se hace seguimiento al bienestar general del niño, entregándoles a los padres importantes pautas para su buen desarrollo.
Asesores Jaime Céspedes Londoño – Pediatra, adscrito a Coomeva Medicina Prepagada
Martha Beltrán – Pediatra
Aunque no existe un libro para aprender a cuidar a los hijos y ellos tampoco nacen con un manual de instrucciones debajo de su brazo, el rol de padre y madre no solo debe dejarse a la intuición o al sentido común.
Uno de los temas que más les interesa conocer a ellos, especialmente a los papás primerizos, se relaciona con la frecuencia en la que deben gestionar las citas médicas de sus hijos, así como entender de qué se tratan las principales revisiones que les hacen en las consultas, según las distintas fases de crecimiento.
El principal consejo es no cambiar al pediatra constantemente, pues quien lo conoce desde pequeño, sabe cada detalle de su historia clínica y los indicadores a los que debe hacerle seguimiento, gestándose, además, una relación de confianza con el menor y su familia.
¿Cuándo solicitar las citas?
De acuerdo con las guías del Ministerio de Salud de Colombia, las citas médicas deben ser constantes hasta los 11 años y, a partir de los 12, definir chequeos rutinarios con un médico general o familiar. En el caso de los adolescentes, su acompañamiento se concentra en su proceso de crecimiento y desarrollo y, según los hallazgos, patologías o factores de riesgo, estas consultas pueden extenderse hasta la mayoría de edad, pero con una periodicidad entre los 12 y 18 meses.
En esta línea, el pediatra Jaime Céspedes, director del Hospital Pediátrico de la Fundación Cardioinfantil, confirma que, salvo una situación especial, los controles se dan cada seis o doce meses hasta los 5 años. Por su parte, la pediatra Martha Beltrán recomienda que, en el caso de los bebés de seis meses de nacidos, consultar todos los meses para detectar problemas a tiempo y prevenir enfermedades.
Los controles de rutina incluyen las medidas del peso y la altura para asegurarse de que el crecimiento físico y cerebral sea el esperado; revisar la aplicación de vacunas y el intercambio de experiencias entre el especialista y los papás.
Tenga en cuenta que, como padres, no hay que esperar a que el pequeño se enferme para llevarlo a una visita al médico la que, a su vez, se convierte en una oportunidad para resolver inquietudes sobre el bienestar del menor sin ningún tipo de reservas ni temores. Preguntas muy comunes por parte del pediatra son: ¿El bebé levanta la cabeza cuando lo acuesta con la panza hacia abajo?, ¿se calma, aunque sea por un momento, cuando lo escucha o cuando lo levanta en brazos?, ¿duerme un poquito más en algún momento del día o de la noche?, ¿sus períodos de vigilia son cada vez más largos?, ¿le sigue con los ojos, y lo mira con atención a los ojos y a la cara cuando están cerca?, ¿reacciona ante su voz u otros sonidos?, entre otras. A su vez, los papás podrán resolver dudas como: ¿Por qué regurgita después de comer?, ¿cómo preparar el biberón?, ¿cuál es la mejor manera de abrigarlo?, ¿cada cuánto medirlo y pesarlo? A la hora de hablar de estos controles funciona organizar un calendario, formular un cuestionario y estar atento a señales que no correspondan con el bienestar del niño para lanzar alertas tempranas y evitar contratiempos.
Las revisiones más importantes
En los principales 5 años de vida del niño, es clave hacer seguimiento a:
- Enfermedades respiratorias, como la infección respiratoria aguda, otitis media aguda, sinusitis y asma, que podrían requerir cita con neumólogo.
- Patologías en la piel, como dermatitis o alergias a insectos o alérgenos y que generalmente pasan a consulta por dermatología.
- Enfermedades gastrointestinales, como las diarreas agudas y el estreñimiento que, según su gravedad, necesitan la visita al gastroenterólogo.
- Deformidades en los miembros inferiores, tales como displasia de cadera, pie plano y diferentes torsiones en las piernas que implican valoración por ortopedia.
- Valoración por visión y audición, que incluyen revisión del pediatra y, en algunas ocasiones, necesita un diagnóstico de un otorrino u oftalmólogo.
10 a 15 días después del nacimiento del bebé se realiza la primera visita al pediatra, según la Academia Estadounidense de Pediatría.
Las visitas regulares crean relaciones estrechas y de confianza entre el pediatra, los padres y el niño. Un trabajo conjunto que ayuda al desarrollo de la salud física, mental y social del menor.
Seguimientos por etapas
- De 0 a 1 año: se revisa el crecimiento y la talla del niño, con especial atención en el desarrollo físico, cognitivo, social y del lenguaje. También es importante la valoración nutricional, visual y auditiva.
- De 1 a 3 años: se hace seguimiento de crecimiento y desarrollo. Se valora el estado nutricional, las prácticas alimentarias y la salud visual y auditiva. El menor debe asistir a una cita odontológica y desparasitarse. Es clave revisar, además, su salud mental y sexual.
- De 3 a 6 años: adicional a los chequeos de rigor, el especialista dialoga con sus padres sobre el rendimiento escolar y entrega una valoración sobre su aspecto comunicativo. Aquí hay un seguimiento a las pautas de crianza y a las prácticas de autocuidado.
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