Los trastornos convulsivos son alteraciones periódicas de la actividad eléctrica cerebral que deriva en algún grado de disfunción cerebral transitoria.
Los médicos se basan en los síntomas e imágenes del cerebro, análisis de sangre y electroencefalografías, que registran la actividad eléctrica del cerebro, para identificar la causa. Los fármacos, en algunos casos, suelen evitar las crisis.
El portal MedlinePlus, describe las convulsiones así:
- Epilépticas: no tienen desencadenante aparente, ocurren de forma repetida y se denominan epilepsia o crisis epilépticas. Su origen es a menudo desconocido, pero puede ser consecuencia de diversos trastornos cerebrales como anomalías estructurales, accidentes cerebrovasculares o tumores. En estos casos se denomina epilepsia sintomática.
- No epilépticas: provocadas por un trastorno reversible u otra afección que irrita el cerebro, como una infección o una reacción ante un fármaco. En los niños, la fiebre puede desencadenar una crisis no epiléptica que se denomina convulsión febril.
- Algunos trastornos mentales: dan señales que se asemejan a estos episodios y se denominan convulsiones psicógenas no epilépticas.
Los individuos con un trastorno convulsivo tienen más posibilidades de sufrir una crisis cuando están sometidos a estrés físico o emocional, están intoxicados, tienen falta de sueño o interrumpieron de manera repentina el consumo de alcohol o sedantes. Evitar estos factores ayuda a prevenir la presentación de los casos.
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