Con un examen de sangre podría detectar si padece hepatitis C, enfermedad del hígado causada por el virus del mismo nombre, y que tratada a tiempo tiene un 95% de cura. Las causas de infección más comunes son las prácticas de inyección poco seguras, la esterilización inapropiada de equipo médico y la transfusión de sangre.
Según el médico Ismael Yepes, especialista en aparato digestivo y hepatología, la enfermedad es asintomática, lo que aumenta el riesgo de deterioro paulatino del hígado, cirrosis y cáncer hepático, y de transmitir el virus a otras personas. “Sin síntomas los diagnósticos se dan de manera tardía, en estadios muy avanzados y esto incrementa la mortalidad”, indicó.
Consumidores de drogas inyectables, pacientes sometidos a intervenciones invasivas, niños nacidos de madres infectadas con el virus, entre otros, son los grupos poblacionales que presentan mayor vulnerabilidad de contagio (Ver Hacerse las pruebas).
La Organización Panamericana de la Salud estima que en toda América cerca de 13 millones de personas padecen hepatitis C (Ver tipos de hepatitis). Esté atento, que usted podría estar en mayor riesgo de contraerla si recibió una transfusión de sangre o un trasplante de órganos antes de 1992, año en que se hicieron mejoras en la tecnología para examinar la sangre. Lo recomendable, en este caso, es visitar al médico y solicitar un examen de rutina.
Inflamación del hígado
Normalmente este órgano descompone los productos de desecho en la sangre. Cuando se inflama, no trabaja bien y esto causa que lo que se intenta procesar no se descarten de forma adecuada y, por ende, se acumulen en la sangre y los tejidos.
Estornudar, toser, dar la mano, besar, abrazar, compartir vasos, nadar en una piscina, entre otros, no contagia el virus.