La dieta basada en verduras de hojas verde, o ciertas frutas, es popular pero también es peligrosa sin supervisión.
ASESORA
Nathalia Pérez
Nutricionista
Quizá la palabra alcalino se le haga conocida, pero, ¿de verdad sabe lo que significa? Si lo suyo no es el estudio de los elementos químicos en la tabla periódica, no se preocupe, probablemente las personas que iniciaron esta “dieta milagrosa” tampoco lo sabían.
Empecemos por el nombre genérico: dieta alcalina. Nathalia Pérez, jefe del departamento de nutrición del San Vicente Fundación, en Medellín, asegura que esta no es la forma correcta de referenciarla. “Hay un error muy grande en el nombre porque los alimentos que se consumen bajo este régimen dietario no son necesariamente de pH alcalino”. Por ejemplo, una fruta es de pH ácido, sin embargo, su efecto en el cuerpo es alcalinizante. Es decir, tiene una ruta de degradación extraordinaria: en su transformación, el cuerpo activa la captación de oxígeno celular, y por su poder antioxidante permite la renovación de las mismas.
Por otra parte, puede confundirse con el fundamento de las dietas alcalinas, que en el pasado, se usaban para tratar enfermedades gástricas.
Entonces, la forma adecuada de llamarla es dieta alcalinizante y consiste en alimentar el cuerpo con ingredientes que tengan cierto grado de acidez: verduras de hoja verde, harinas integrales y algunas frutas como la pera y la manzana.
La acidez de los fluidos corporales se valora por medio del pH (potencial de hidrógeno) en una escala de 0 a14. Si la cifra es muy baja denota acidez y si es muy alta alcalinidad. El nivel perfecto oscila entre 7.35 y 7.45. Quienes consumen esta dieta, aspiran a mantenerse en esta escala.
Estos indicadores permiten mejorar la oxigenación de cada una de las células, equilibrar el metabolismo, y según los más adeptos, curar algunas enfermedades, entre ellas las oncológicas. Un gran error. “No es una técnica para curar enfermedades”, explica Nathalia, al contrario, afirma que podría ser perjudicial: “en las células tenemos un sistema de bombas que requieren una acidez específica, y si nos vamos al extremo con esta dieta, le generamos una distorsión al metabolismo”.
Malas prácticas
La paranoia por evitar el consumo de productos que estimulan el incremento del peso corporal o que aceleran el proceso de envejecimiento lleva a muchos a adoptar la tendencia de turno. Algunos meses después se repite el proceso. “No se puede ser tan inestable, ni comer lo que su mejor amiga le diga o lo que lea cada mes en una revista de belleza”, explica Nathalia. “Si quiere mejorar la salud de su cuerpo consulte con un experto, porque las dietas no son transitorias, son para toda la vida”.
Y precisamente esto es lo que no hacen los que se autoimponen sin consejo profesional este régimen: siguen al pie de la letra la ingesta de los ingredientes recomendados por un período de tiempo mínimo con graves consecuencias para el sistema digestivo.
Las prácticas más frecuentes entre los fieles a la dieta consisten en alcalinizar
—aparentemente— los alimentos con bicarbonato de sodio, con baños en caldo de repollo o de algas marinas. “En la medida en que yo estoy usando bicarbonato de sodio estoy agregando sodio a mi organismo”, explica Nathalia. El consumo de sodio debe cuantificarse, en exceso supone un riesgo para la presión arterial.
La dieta debe estar supervisada por un profesional de la salud, si el paciente adquiere el compromiso por un período de tiempo prolongado •
Destacados
Antes de iniciar una dieta analice su cuerpo y sus antecedentes familiares. Es bueno indagar con antelación cuáles son las posibles consecuencias de seguir un régimen alimenticio.
Alimentos alcalinizantes
Las verduras como brócoli, lechuga, acelgas, alcachofa y coliflor.
En el grupo de las frutas se destacan el limón, la manzana y la pera.
Dentro de los frutos secos están las nueces y las almendras.
Cereales promisorios como el amaranto, la quinua y las semillas de chía.