El uso de aparatos como chupos, rascaencías y juguetes, por parte de los niños, u otros hábitos que se dan en la vida adulta como morder lápices, entre otros elementos, pueden causar daños, malformaciones y comprometer la salud bucal.
Asesor Juan López Artehaga
Odontólogo, especialista en estética y rehabilitación oral
La evidencia médica le apunta a que es cierta la creencia que recomienda a los padres evitar que sus hijos se acostumbren a chupar dedo para que no padezcan afecciones en el paladar y la oclusión (mordida). Y señala a la infancia como una época crucial para que los cuidadores eviten que algunas costumbres originen problemas bucales que pueden evitarse.
“Los hábitos que podrían dañar el paladar empiezan generalmente en la niñez, ya que en los primeros años de vida esta zona es muy susceptible a modificarse por agentes externos, haciendo que los otros tejidos de la boca se alteren”, destaca el odontólogo Juan López Artehaga.
Por lo anterior, además de la succión del dedo, el uso de aparatos como chupos, rascaencías, juguetes, mantas y lápices, se identifican como principales enemigos de los daños en estas zonas de la boca.
“El uso prolongado de chupos o el hábito por varios años de succión digital o de otro tipo de artefactos hacen que el paladar cambie su forma haciéndose, en ocasiones, profundo y llevando los dientes a diferentes posiciones; lo que genera maloclusión (mala mordida) y problemas musculares y esqueléticos que solo pueden arreglarse con ortopedia, ortodoncia o cirugía maxilofacial”, puntualiza.
Y aunque se podría pensar que más allá de la infancia, cuando los tejidos han dejado de ser blandos, desaparece el riesgo, la verdad es que persistir en el hábito de introducirse objetos en la boca durante la adultez no hace más que agudizar los problemas y reducir las posibilidades de realizar tratamientos exitosos.
Principales consecuencias
Lo problemático de que el paladar y la oclusión se deformen va más allá de lo estético. Esa condición puede desencadenar, tanto en los niños como en adultos, otros problemas como una inadecuada fonación (emisión de palabras), dificultades en la deglución (tragar alimentos) y la alteración de la respiración.
Según el experto, las personas que tienen el paladar deformado generalmente se convierten en respiradoras orales, ya que la cavidad nasal se comprime tanto que la cantidad de aire que entra por allí no es suficiente y se debe usar la boca para respirar.
Esta condición representa un riesgo de aumento de las patologías respiratorias por mala función de la cavidad nasal, que es la que se encarga de filtrar diversos microorganismos que ingresan al cuerpo.
Las deformaciones en el paladar también cambian la humedad de la boca y ello puede generar cambios en los tejidos y hacerlos más susceptibles a las infecciones, lo que puede aumentar la incidencia de caries.
Los dientes también están en riesgo cuando hay problemas de oclusión, ya que cuando no se mastica de manera adecuada estos se pueden desgastar o fracturar. Asimismo, una posición inadecuada complica la higiene oral y aumenta el riesgo de caries, causante de la pérdida de dientes. “La alteración de la mordida puede incluso causar problemas en la articulación temporomandibular que genera daños o deterioros y molestias musculares o fuertes dolores de cabeza por los tejidos afectados, especialmente los músculos”, explica López Artehaga.
Pese a que las prácticas que no son sanas para el paladar y oclusión pueden llegar a comprometer la salud de los niños y prolongarse hasta su adultez, lo fundamental es prevenir que ocurran. Cuando hay sospecha de que existen, se debe consultar a un experto para que valore su magnitud y tratamiento.
El profesional advierte que no se trata de “demonizar” la chupa o el dedo, pero sí de considerar que más allá del segundo año de vida no es necesario su uso.
En los niños
Los hábitos orales durante la infancia pueden provocar efectos dañinos sobre el desarrollo de las estructuras faciales y la dentición en los niños.
La población infantil presenta mayor susceptibilidad a desarrollar maloclusiones durante el crecimiento, por lo que se deben tomar medidas preventivas durante esta etapa.