Si alguna vez ha sentido que el mundo le da vueltas, ha experimentado un mareo. Le explicamos cuáles son sus causas y algunas de sus posibles consecuencias.
Desvanecimiento, atontamiento, debilidad o inestabilidad, son todas condiciones que se relacionan con el mareo; una falsa sensación de que el entorno gira o se mueve y que está estrechamente conectado con el vértigo.
Según la Clínica Mayo, los mareos «son una de las causas más frecuentes por la que los adultos visitan al médico». Sin embargo, por lo general no son señales de un trastorno que represente un riesgo vital.
Puede estar acompañado de náuseas y ser tan repentino o intenso que necesite sentarse o acostarse. Su duración puede ser de unos pocos segundos hasta días, y puede repetirse.
Lo complejo viene cuando el mareo se combina con otros síntomas como dificultad para respirar; entumecimiento o parálisis facial, en los brazos o las piernas; desmayos; taquicardia o arritmia; confusión o dificultad en el habla; vómitos continuos o convulsiones. En cualquiera de esos casos debería acudir a un servicio de urgencias de inmediato.
¿Y el vértigo?
Esta es en realidad una alteración del sistema vestibular, alojado en el oído interno, el cual alberga sensores que ayudan a detectar la gravedad y el movimiento hacia adelante y hacia atrás. Por eso puede experimentarse una sensación de mareo más fuerte y repetitiva. También puede ocurrir por el uso de ciertos medicamentos.
Si usted tiende a experimentar mareos o vértigo, la Biblioteca Nacional de Medicina (NIH) de los EE. UU. ofrece algunas recomendaciones para lidiar con ello:
- Evite cambios repentinos de postura.
- Levántese desde una posición de acostado lentamente y quédese sentado por unos momentos antes de pararse.
- Al pararse, asegúrese de tener algo de donde sostenerse.
- Puede necesitar un bastón u otra ayuda para caminar cuando pierda el equilibrio durante un ataque de vértigo.
- Evite las luces brillantes, la televisión y la lectura durante un ataque de vértigo, pues esto puede empeorar los síntomas.
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