Asesor: Donovan Rodríguez Sierra – Odontólogo asistencial, Coomeva Medicina Prepagada
Sí, bruxismo, este es el termino que designa el habito inconsciente que consiste en el apretamiento y rechinamiento de los dientes, esta actividad parafuncional que se origina principalmente en el estrés y sus derivados, como las parasomnias y otras alteraciones del sueño. Es importante resaltar que este comportamiento también puede llevarse a cabo de manera consciente, siendo esta forma menos dañina o lesiva para el ser humano, en cuanto a tejidos de soporte (maxilares, encías), dientes, músculos y articulación temporomandibular (ATM) se refiere.
El bruxismo se presenta principalmente en los adultos, sin embargo, no se puede descartar su aparición en etapas tempranas de la vida. Este concepto está fundamentado en la asociación que hay entre el bruxismo y la somatizacion de ciertas emociones que por una u otra razón se inhiben, es decir, las afecciones psíquicas se transforman en afecciones orgánicas o corporales: la ansiedad, la frustración, la ira, son reprimidas y posteriormente liberadas de esta manera tan particular.
Los episodios de bruxismo pueden presentarse en el día o en la noche (horas de sueño) o ambas a la vez, y aunque existen muchas teorías para explicar la aparición de este habito, como son la mala alineación de los dientes, las maloclusiones y los puntos de contactos prematuros entre dientes, todo parece indicar que la causa principal está relacionada con los factores psico- emocionales y factores de riesgo asociados, como el tabaco, el alcohol o las drogas, que aumentan significativamente su incidencia, debido a los efectos sobre el sistema nervioso central.
Las consecuencias del bruxismo no solo se evidencian de manera intraoral, también presentan alteraciones desagradables a nivel de cabeza, cara y cuello; las personas que lo sufren, generalmente tienen episodios de cefaleas o dolor de cabeza, que se acentúa en la región temporal (sien); los músculos faciales, sobre todo aquellos que intervienen en la masticación, suelen presentar calambres, dolor, calor y fatiga debido a las fuerzas excesivas de contracción, y aunque parece incomprensible que se presente, el dolor cervical o de cuello justifica su aparición por la relación en las zonas de inserción existente entre los músculos de esta zona (cuello) y los músculos de la cara y la cabeza.
En las visitas al odontólogo, no sorprende encontrar en estos pacientes fracturas del esmalte y la dentina, desgaste marcado de los dientes, lo que propicia la exposición de dentina y la consiguiente aparición de la hipersensibilidad dentinal, cuya sintomatología se pone de manifiesto al consumir alimentos fríos, calientes y ácidos; la fractura de restauraciones, principalmente en resina, tanto en dientes posteriores como en dientes anteriores (carillas), conduce o predispone a la pulpa a estados patológicos (pulpitis).
Sin embargo, los signos de mayor compromiso están relacionados con los tejidos de soporte (encías y maxilares), que reciben toda la presión y las fuerzas producidas durante los procesos de bruxismo. Las recesiones gingivales y las perdidas óseas son una consecuencia lógica de la constante agresión, que en el peor de los casos y en complicidad con otros factores, como la caries y la periodontitis, terminan con la pérdida de uno o varios órganos dentales. Pero las consecuencias de este habito parafuncional no acaban aquí, las fuerzas lesivas también son recibidas por las articulaciones temporomandibulares (ATM), estas estructuras que se encuentran ubicadas a cada lado de la cabeza, por delante del oído, y que terminan afectadas principalmente en su función, por lo que los pacientes pueden experimentar dolor y dificultad al realizar movimientos de apertura y cierre de la boca, estos movimientos pueden estar acompañados en la mayoría de los casos por ruidos articulares. La literatura también ha descrito que estos pacientes por la relación anatómica que existe entre la ATM y el oído pueden experimentar dolor, alteraciones auditivas, zumbidos e incluso sensación de mareo.
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Tratamiento
Es importante establecer que a la hora de hablar de tratamiento, se deben enfocar diversos puntos. En primer lugar, es fundamental atender aquellos aspectos relacionados con el deterioro de los dientes, tejidos de soporte (encías y maxilares) y ATM; el segundo, se enfoca hacia el tratamiento del bruxismo propiamente dicho, en este último debemos precisar: si este se realiza en las horas del día, el control de las fuerzas excesivas de contracción (apretamiento y rechinamiento) deberá hacerse solo por parte del paciente, este tendrá que identificar los momentos en que realiza la contracción sostenida de los músculos masticatorios y una vez identificados deberá poner en práctica maniobras de relajación, como suaves masajes en el ángulo mandibular y región temporal (sien). Otro ejercicio que podría poner en práctica es llevar la punta de la lengua hacia el paladar, de esta manera evitará el contacto dentario, factor que lleva a la contracción muscular. Debe evitar alimentos duros, así mismo, el consumo de gomas de mascar debido a que estas estimulan la masticación o lo que es lo mismo la contracción constante de los músculos masticatorios. Estas sesiones de autocontrol y cuidado pueden combinarse con relajantes musculares y analgésicos para reforzar el control sobre el dolor y las contracciones musculares.
Si el bruxismo se presenta en las horas de la noche (horas de sueño), el paciente deberá utilizar una placa miorelajante o placa de descarga, que se obtiene a partir de una impresión y se construye con resina acrílica. La placa es adaptada generalmente al maxilar superior con el objetivo de evitar el contacto dentario que, como se mencionó anteriormente, estimula la contracción excesiva de los músculos. La placa evita que se sigan desgastando los dientes entre sí, además, con el uso constante de la misma, el paciente podrá eliminar poco a poco el rechinamiento y apretamiento de los dientes. Esta opción terapéutica también puede ser combinada con la terapia farmacológica de analgésicos y relajantes musculares.
Medidas preventivas
Lo más importante es el diagnóstico precoz. Cuanto más temprano se detecte el bruxismo podrán evitarse sus consecuencias. Es importante entonces para su detección que el paciente tenga en cuenta toda la sintomatología antes mencionada: dolor y fatiga muscular a nivel de cabeza, cara y cuello. Además, no se deben olvidar los hallazgos clínicos intraorales, el desgaste dental y la fractura dental y de las restauraciones (resinas y amalgamas). Otro detalle para la detección temprana del bruxismo es la que advierte nuestro compañero (a) de habitación, que muy seguramente después de algunas noches nos dirá que mientras dormimos producimos un ruido producto del rechinamiento y apretamiento de nuestros dientes.
Según la causa que lo origine se hará la remisión al especialista indicado, periodoncista, rehabilitador, ortodoncista, cirujano maxilofacial, fisioterapeuta y psicólogo, pues el bruxismo está relacionado con alteraciones psico-emocionales.
Es importante educar al paciente para que aprenda a mantener un equilibrio entre los aspectos que conforman su calidad de vida, trabajo, afecto, intelecto, espiritualidad, salud física y recreación, ya que si consigue este equilibrio también logrará manejar su estrés. Es clave la puesta en práctica de hábitos como hacer ejercicio, comer saludablemente y evitar las comidas a deshoras o cerca al sueño nocturno. También se debe eliminar el consumo de psicoestimulantes, como la cafeína, nicotina y alcohol, y es fundamental realizar de manera consciente todas aquellas actividades de cuidado oral, como el uso de seda dental, cepillos interdentales, cepillos convencional y el uso de enjuague bucal, sin olvidar, por supuesto, la infaltable visita al odontólogo, por lo menos cada tres meses o según él mismo haya indicado o recomendado. Estas medidas nos llevarán a un estado óptimo, no solo de salud oral, también nos ayudarán en todo lo relacionado a nuestra salud física y mental