El aeroyoga y el ballet fitness son disciplinas modernas que también potencian las habilidades físicas.
Asesoras: Juliana García – especialista en aeroyoga
Alejandra Salamanca – profesora de ballet fitness
La creatividad y el deseo de intentar cosas nuevas para llevar un paso más allá la actividad física, han propiciado la creación de otras formas de ejercitar cuerpo y mente. Los ejercicios repetitivos y el uso de máquinas para moldear pasan a un segundo plano; ahora el cuerpo es el medio para fortalecer los músculos, incrementar la resistencia y trabajar en el bienestar de la mente.
El ballet fitness y el aeroyoga son dos de esas posibilidades. El primero toma lo esencial de la técnica clásica y lo mezcla con ejercicios y música diferente a la instrumental, para hacer que el movimiento del cuerpo sea más dinámico. Mientras que el aeroyoga se vale de otras disciplinas: por un lado, trabaja el core (alude a los músculos abdominales, lumbares y de la pelvis), característico del método pilates; se apropia de las técnicas de respiración y la conciencia de energía características del yoga, y de la danza aérea aplica las acrobacias.
¿En qué consisten estas prácticas y cuáles son sus principales beneficios? Alejandra Salamanca López, bailarina profesional de ballet y profesora de ballet fitness y Juliana García, experta en aeroyoga, responden desde su experiencia.
Igualmente, la recomendación es tener la orientación de un especialista antes de iniciar nuevos métodos de ejercicio, a fin de evitar posibles lesiones.
Ballet fitness
¿Qué es?
Es una disciplina que adopta las posturas clásicas del ballet artístico con ejercicios y movimientos corporales pensados para los músculos y las articulaciones. Alejandra Salamanca y su gemela Andrea Salamanca eran bailarinas profesionales de ballet y una lesión en la cadera las obligó a parar. Así, con su experiencia, crearon rutinas de ejercicios al ritmo de música pop. “Es un método con movimientos mucho más veloces. Hacemos flexiones profundas, soporte de piernas y brazos. Trabajamos con la barra, con saltos y usamos mucho la rotación de bailarina clásica”, explica Alejandra Salamanca.
¿Cuáles son sus beneficios?
Las personas que lo practican adquieren un respeto especial por el cuerpo, precisa Alejandra que “se transforman en personas más sensibles y conscientes del potencial que pueden alcanzar. La autoestima incrementa y se vuelven muy seguras de sí mismas”. También se tonifican y se fortalecen músculos que son más complejos de trabajar con la actividad física tradicional, así mismo, estos movimientos evitan lesiones y atrofias musculares, mejoran el equilibrio, la flexibilidad y la oxigenación del cuerpo.
¿Es necesario tener experiencia con el ballet clásico?
Cualquier persona puede practicarlo, no es requisito contar con un conocimiento previo de movimientos ni pasos relacionados con el ballet. “Tampoco es necesario tener un tipo de cuerpo específico o encajar en el prototipo clásico de bailarina. Con disposición y ganas de aprender es suficiente”.
Aeroyoga
¿Qué es?
Es una variante del yoga tradicional que fusiona elementos de otras disciplinas, como el pilates y la danza aérea. Consiste en suspender el cuerpo de una hamaca o columpio mientras se consiguen distintas posturas o asanas. “La hamaca permite que el cuerpo se exprese, lo ayuda a realizar cualquier postura, por supuesto, teniendo en cuenta las habilidades y fortalezas de cada persona. También es un gran soporte para quienes presentan problemas articulares o que no tienen buena estabilidad”, explica la profesora de aeroyoga Juliana García.
¿Cuáles son sus beneficios?
Se toma conciencia plena de la respiración. Explica Juliana García que las posturas en inversión, es decir, cuando la cabeza está abajo, pueden provocar mareos si la respiración no es la indicada, entonces es necesario tener conciencia de cada inhalación.
Con las inversiones de cero compresión, las personas logran alinear la espalda y descomprimir la columna, generando un espacio entre las vértebras cervicales, torácicas y lumbares.
Cuando la cabeza está abajo se mejora la circulación de la sangre. “La estás moviendo y la llevas a lugares a los que más le cuesta llegar. Es un tipo de detox”, agrega García.
Al mover el cuerpo de una forma diferente a la que está acostumbrado, “despierta y renueva sistemas como el endocrino y el linfático”.
Los brazos y piernas potencian su fuerza. “Sucede lo mismo con los músculos que están en el centro del cuerpo. Otra cosa que noto es que las personas se conectan más con sus movimientos, con su forma de caminar, de sentarse, de subir escaleras”.
¿En qué se diferencia con la práctica de yoga tradicional?
Con esta práctica no se genera compresión en las articulaciones, “al contrario se enfoca en descomprimir la espalda. Es un trabajo mucho más físico que el realizado con el yoga tradicional”. No es necesario tener experiencia, la hamaca la convierte en una actividad mucho más amigable. “Cualquier persona lo puede practicar, por ejemplo, tengo alumnos desde los 5 a los 80 años”, comenta García.
Le puede interesar: El Ballet Fit, una forma diferente de realizar ejercicio