Todas las mujeres embarazadas deben hacerse la prueba de hepatitis B.
Este requerimiento es, sobre todo, para aquellas que pertenecen a los grupos de alto riesgo, como el personal de los servicios de atención médica, las mujeres de comunidades étnicas donde la hepatitis B es común, las esposas o parejas que viven con una persona infectada.
La hepatitis hace referencia a una inflamación en el hígado, y la tipo B es una infección que se contagia por contacto con la sangre, semen u otro líquido de una persona que ya la tiene. Esta puede conllevar a una enfermedad aguda o crónica. La primera es ligera y puede tratarse en 4 a 6 meses. La segunda, por el contrario, permanece en el organismo de la persona, lo que puede provocar problemas de salud, como fibrosis, cirrosis o algún tipo de cáncer.
La Fundación de Hepatitis B resuelve algunas dudas:
¿Por qué son tan importantes estos análisis en las mujeres embarazadas?
Si el análisis de la hepatitis B sale positivo y se está en embarazo, se puede contagiar el virus al bebé durante el parto. De no seguir los debidos procedimientos, el niño tendrá un 95 % de probabilidades de desarrollarla.
¿Cómo puedo proteger al bebé?
El recién nacido debe recibir dos inyecciones inmediatamente en la sala de partos:
la primera dosis de la vacuna contra la hepatitis B y una dosis de inmunoglobulina. Si estos dos medicamentos se administran correctamente antes de que se cumplan las primeras 12 horas de vida, el bebé tendrá más del 90 % de probabilidades de no presentar la infección. Hay que asegurarse de que reciba la segunda y tercera dosis de la vacuna en el primer y sexto mes de edad para que quede completamente protegido.
¿Se puede amamantar al bebé si se tiene la enfermedad?
Los beneficios de la lactancia materna superan el riesgo potencial de infección, que es mínimo.
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