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Terceros molares, los dientes de la discordia

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Dada su ubicación y, por ser los últimos en erupcionar, frecuentemente no cuentan con suficiente espacio en la boca. Motivo por el que la extracción es la primera alternativa.

Asesora: Clara Isabel Borrero Gutiérrez, odontóloga, ascrita a Coomeva Medicina Prepagada

Se conocen como las cordales o “las muelas del juicio”. Los terceros molares generan inquietud a infinidad de pacientes al momento de considerar la posibilidad de extracción. Pese a esto, en la actualidad, algunos investigadores y clínicos concuerdan en que cada vez son menos comunes en las nuevas generaciones.

Suelen aparecer después de los 18 y hasta los 25 años, señala la odontóloga Clara Isabel Borrero Gutiérrez. Quizá esa sea la razón por la que se les conoce como “las muelas del juicio”, al coincidir con el inicio de la mayoría de edad.

Su función es la de masticar y triturar los alimentos, aunque con los cambios de hábitos en la alimentación moderna, este rol se modifica. Cuenta la doctora Borrero Gutiérrez que antes, los seres humanos consumían más productos duros, secos y fibrosos, pero hoy en día impera la comida con texturas más suaves que no requiere una masticación muy eficiente. Otras investigaciones señalan que no han desaparecido, pero sí se ha reducido su tamaño, al ya no ser tan importantes durante la masticación. Su extracción es el camino más expedito para evitar que los demás dientes se afecten por las consecuencias de su falta de espacio dentro del arco dental.

Explica la profesional que con una radiografía panorámica a temprana edad es posible detectar oportunamente si los terceros molares pueden ocasionar daños. “Suelen venir inclinados y, por ende, su erupción va a ser poco confortable al no tener por dónde salir, ocasionando presión y dolor en la zona cercana al último molar. En algunas situaciones, durante su salida, puede aumentar el riesgo de procesos infecciosos asociados a la mala higiene oral”.

(Le puede interesar: Higiene oral en equilibrio)

¿Por qué duelen tanto?

No siempre ocurre, pero es el imaginario que tienen los pacientes en general. Sucede que en ocasiones los terceros molares pueden erupcionar y permanecer asintomáticos durante toda la vida, pero en otros casos se quedan impactados dentro del hueso y, al no ser retirados, pueden ocasionar una reacción al cuerpo extraño, en este punto es posible que se den algunas complicaciones que deben tratarse por un especialista.

La radiografía es indispensable para decidir el tratamiento y la complejidad de la extracción, de acuerdo a las características de las cordales, el tamaño, la posición, el nivel de formación, así como la proximidad con estructuras anatómicas. Con esta claridad, el cirujano determina la complejidad del procedimiento y recomienda si es viable la exodoncia de las cuatro cordales en una sola sesión o si se requieren de dos o más citas. Lo ideal sería realizar el proceso en un solo momento quirúrgico para facilidad del posoperatorio del paciente.

¿Complicaciones?

Las puede haber. Fractura de la raíz del molar, de los instrumentos, laceración de los tejidos blandos tras el uso de fresas, cortes accidentales, reacciones a anestésicos con bajas de tensión y sensación de desmayo, además de hemorragias. Por esto, es importante que la intervención la practique un profesional idóneo y experimentado en el buen desarrollo y control de este ejercicio, con esto se garantiza el menor riesgo de complicaciones, sin afectación ni efectos inadecuados •

Tras la extracción de las cordales, se le recomienda al paciente mantener limpia la zona intervenida, así como continuar con rutinas de higiene oral, ya que si no se retiran los residuos de alimentos podría generarse una infección secundaria.

Se puede vivir con ellos

Los terceros molares no siempre ocasionan daños. Hay pacientes que tienen espacios adecuados y suficientes en sus maxilares, permitiendo la adecuada erupción y permanencia de estos sin inconvenientes funcionales, masticatorios o para la higiene. Cuando esto ocurre, el tercer molar superior tiene contacto adecuado con dientes adyacentes y del maxilar opuesto, permitiendo funcionalidad, estabilidad y armonía en el sistema oral y estomatognático, lo que no hace necesaria su extracción.

 

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