Conozca cómo obtenerla y asegurar los niveles apropiados en el organismo.
Asesores: Eric Hernández, endocrinólogo, adscrito a Coomeva Medicina Prepagada
Juan David Gómez C., endocrinólogo
La vitamina D hace parte esencial de la fisiología y la articulación de múltiples funciones del cuerpo, especialmente de aquellas relacionadas con la absorción del calcio y el fósforo, para el mantenimiento del sistema osteomuscular.
La carencia o deficiencia de vitamina D es un desorden nutricional que afecta a un gran porcentaje de personas. Según un estudio realizado por los laboratorios Endocare, cerca del 76 % de las mujeres adultas tiene insuficiencia o deficiencia de vitamina D. Se considera que un nivel entre 30 y 100 nanogramos por mililitros es óptimo, por encima de 20 y por debajo de 30 equivale a una insuficiencia y menor de 20 a deficiencia. Cuando los niveles de vitamina D se ubican por debajo de 10, generalmente están asociados a enfermedades como el raquitismo o la osteomalacia. A su vez, los niveles por encima de 100 suelen estar asociados a un exceso de suplementación.
Es clave el sol
Todas las personas requieren la exposición al sol para obtener la vitamina D, sin embargo, existen algunos factores que influyen en sus niveles. Algunos son físicos y otros del medio ambiente. Por ejemplo, las personas de pieles más blancas son más sensibles a lesionarse con la sobreexposición al sol, mientras que las pieles más oscuras tienen más resistencia. También la edad es un factor a tener en cuenta, pues mientras más avanzada más baja la capacidad para producir la propia vitamina D. Relacionados con el medio ambiente hay elementos como la nubosidad y el acortamiento de los días en los países con estaciones, así mismo hay situaciones como la menopausia.
La vitamina D se puede obtener de la exposición al sol, también está presente en suplementos vitamínicos y en algunos alimentos como el salmón, la sardina y la cebolla, aunque en menores cantidades.
Los expertos recomiendan tomar el sol en la mañana o la tarde, de forma gradual, iniciando dos veces por semana durante mínimo 20 minutos, y exponiendo aquellas partes del cuerpo que no siempre lo están como las piernas, la espalda y el abdomen. Incluso, no es necesaria la exposición directa al sol, con que se exponga en la ventana a la luz del sol, por ejemplo, podrían mantenerse los niveles adecuados de vitamina D.
Es preciso hacer exámenes en personas que tengan insuficiencia renal crónica, raquitismo, fracturas, osteoporosis, enfermedades en el riñón, obesidad; o que hayan sufrido bulimia, tuberculosis, fibromialgia. También en quienes hayan estado expuestos a radiaciones o que no la absorban bien. Igualmente, en mujeres en lactancia o que ya estén en la menopausia, porque después de esta etapa aumentan sus requerimientos.
600 ui (Unidad internacional) mg, es la vitamina d diaria requerida para adultos entre 19 y 70 años, según lOS nih, de EU.
La exposición al sol de las zonas que no suelen recibirla debería hacerse sin protector solar. Según la Escuela de Salud Pública de Harvard, su aplicación reduce hasta en un 90 % la absorción de vitamina D.
El poder está en la alimentación
El médico internista y endocrinólogo, Juan David Gómez Corrales, cuenta que el descubrimiento del poder de las vitaminas ocurrió después de que se observara que las personas que enfermaban en viajes largos en barco se recuperaban al consumir frutas o ciertos alimentos. “Así empezaron a ponerles los nombres. Está la vitamina A, luego la B, la C, la D, en el orden del alfabeto. Después, se dieron cuenta de que algunas no solo eran vitaminas sino complejos, por eso existen la vitamina B1, B6, B12, que se encargan de producir funciones enzimáticas para que la célula funcione bien”, explica. Una persona puede mantener sus niveles de vitaminas con el consumo diario de frutas y verduras de todos los colores y de proteínas como las carnes y algunos granos.
Lea también: Recetas para sus defensas