Tener una correcta movilidad corporal en todas las etapas de la vida depende en gran medida de los hábitos de vida. La actividad física es esencial.
Las articulaciones son tejidos blandos que permiten la movilidad entre los segmentos musculares y su correcta conexión con los huesos. Son el punto donde se apoyan todas las fuerzas mecánicas del músculo para que una persona se apoye bien y, su integridad, en primera instancia, depende de cómo se haya dado el crecimiento y desarrollo de la persona, desde su concepción hasta su edad adulta.
Así mismo, el uso de las articulaciones puede ser inadecuado por malos hábitos posturales o por debilidades musculares. Esto obliga a la articulación a trabajar más forzada y puede ser un factor de riesgo para que se deteriore. También pasa cuando se somete el cuerpo a funciones excesivas, por ejemplo a programas de entrenamiento intensivos, cargas laborales exigentes físicamente o lesiones deportivas que puedan ocurrir desde temprana edad.
“La eficiencia mecánica del humano es bastante buena. En esencia somos seres que evolucionamos para desempeñarnos bien desde el punto de vista del aparato locomotor, siempre y cuando haya actividad física regular”, sostiene Iván Hernando Duque, doctor en Fisiología y Biomecánica del Deporte.
Un nivel muy bajo o muy alto de actividad puede convertirse en un factor de riesgo articular. Para mantener un funcionamiento adecuado es necesario sostener un plan de ejercicios a lo largo de la vida, que ayude a conseguir buena fuerza muscular y buena flexibilidad, sin maltratar el cuerpo. De acuerdo con Duque, quienes tienen problemas de flexibilidad son muy vulnerables a lesiones y a dañar rápidamente las articulaciones.
La vida articular
En adultos mayores es importante establecer, según su edad, en qué estado está el aparato locomotor. Puede hacerse mediante una radiografía simple, una resonancia magnética o una ecografía, entre otras imágenes. Todo con el fin de que en una valoración médica se determine el estado articular del paciente y se le pueda realizar una prescripción de ejercicio.
Según Duque, el estilo de vida de una persona puede hacer que esté muy bien o muy mal a ciertas edades. Las lesiones que se producen a lo largo de la vida, así como el sedentarismo, deterioran de a poco las articulaciones, en especial las más propensas a sufrir, como la columna lumbar, los hombros y las rodillas.
Estas últimas soportan en gran medida el peso corporal y son relativamente inestables, pues requieren de varios ligamentos, músculos y tejidos para estar protegidas. Por eso son recomendables buenas prácticas como usar un calzado adecuado, mantener un peso corporal correcto y fortalecer los músculos del tren inferior, para asegurar su buen estado.
“El mejor respaldo que tiene el aparato locomotor y, particularmente las articulaciones, es tener bien el músculo en términos de fuerza, coordinación, potencia y flexibilidad”, recomienda el especialista.
¿Cuándo consultar?
Una premisa importante es que las molestias, los dolores, la hinchazón o el enrojecimiento en una articulación debe ser atendido prontamente y no se debe esperar mucho antes de consultar con un especialista. Sin embargo, dice Duque, es preocupante ver pacientes que tardan mucho en consultar por lesiones meniscales o alguna lesión ligamentaria, ufanándose de que toleran bien el dolor, pero eso finalmente va en detrimento de la articulación.
La recomendación es que ante dolores que no se resuelvan en un plazo de una o dos semanas después de una exigencia grande, o que haya sido necesario el uso de medicamentos, se acuda a un profesional
Evitar la rigidez
De acuerdo con Juliana Granados Valle, fisioterapeuta y masoterapeuta, estas son algunas buenas prácticas para cuidar las articulaciones:
- En oficinas o para personas que mantienen la misma posición corporal en sus trabajos por periodos prolongados, se recomienda hacer pausas activas cada dos horas.
- Para períodos prolongados sentado frente al computador, son fundamentales los estiramientos de brazos y cuello por lo menos cada dos horas. Movimientos simples como sacudir las muñecas, entrelazar los dedos, llevar los brazos arriba y abajo, y mover el cuello previenen posibles complicaciones.
- Después de un día agotador, se aconseja elevar las piernas a unos 45° para ayudar a su desinflamación y propiciar el retorno venoso.
- Para la prevención de daños lumbares y de espalda es necesario tener conciencia de la higiene postural. Al momento de ducharse, se puede dejar que el agua caiga en la zona de la espalda durante un momento (preferiblemente agua tibia).