Nadar durante el embarazo es una actividad sin riesgos y con grandes beneficios para la gestación y el momento del parto.
El ejercicio físico durante el embarazo trae grandes beneficios tanto para la salud de la madre como la del bebé, además de disminuir considerablemente los dolores del parto. La natación, concretamente, es una de las actividades más recomendadas.
¿Cuáles son los beneficios de la nadar durante el embarazo?
Nadar es una práctica que beneficia el sistema respiratorio y cardiovascular, ambos de gran importancia para el bienestar de la madre y la gestación adecuada del bebé.
Además, el agua le permite al cuerpo realizar fácilmente movimientos que implican un grado mayor de dificultad en tierra firme en el embarazo. De esta manera, le permite a la madre ejercitar articulaciones, músculos y tendones que juegan una labor fundamental en el momento del parto.
¿Cómo hacerlo?
Se recomienda realizar estiramientos y calentamiento previos a nadar durante el embarazo. Los estilos de nado más adecuados son el brazada simple y espalda, pues no demandan grandes esfuerzos musculares, acompañados de otros ejercicios como levantamiento de rodillas y saltos leves hacia el frente. Adicional, es necesario hacer pausas cada cierto tiempo para descansar los músculos y articulaciones.
Recomendaciones para nadar durante el embarazo
- Hacerlo principalmente en el segundo trimestre del embarazo, pues es cuando el bebé comienza a agudizar sus sentidos mientras la madre aún goza de buena vitalidad.
- Evitar la natación en los días próximos al nacimiento del bebé.
- Evitar piscinas con profundidad mayor a 1,40 m, pues lo ideal es que la madre pueda descansar los pies periódicamente durante el ejercicio.
- Evitar horas del día en las que la luz del sol sea demasiado intensa para la piel y el cuerpo en general.
- Usar sandalias antideslizantes para evitar accidentes.
- Comprobar que las condiciones sanitarias de la piscina sean adecuadas.
Consulte a un profesional
¡Ojo! Como con cualquier otra actividad física durante esta etapa, es necesario acudir a un médico para descartar cualquier condición que pueda no permitir realizar ejercicio, como alteraciones en la presión arterial, antecedentes de dificultades en embarazo, lesiones musculares o en las articulaciones.