La lectura es un hábito y una actividad placentera. Motivar sin obligar es clave para conectarse con ella desde la niñez.
Asesora: Mariana Obregón Machado
Docente y promotora de lectura
Es posible que todos aún tengamos presente una historia de la infancia. ¿Recuerda su libro favorito? Tal vez esté en ese ejemplar que todavía atesora o en su memoria, narrada por algún ser querido. Más allá de todas las habilidades relacionadas con el vocabulario, la gramática, la ortografía, etc., la lectura fortalece los vínculos, “no es un medio, sino un fin en sí misma. Y no solo como beneficio de la parte técnica; es una manera de vivir y de conocer la vida”, explica Mariana Obregón Machado, mamá, docente y promotora de lectura, en Instagram @brujulalectora.
Por lo tanto, se trata de invitar a leer sin presiones y una forma de incentivarla es crearle un espacio familiar. Porque si bien ha crecido el tiempo en casa en el último año, como lo afirma Obregón Machado, a la par ha aumentado el apego a los dispositivos electrónicos y, en ocasiones, las preocupaciones e incertidumbre han impedido compartir placenteramente.
Establecer rituales
Mariana es fan de la lectura en voz alta, “y no solo para los más pequeños. Generalmente se aplica hasta que aprenden a hacerlo por su cuenta; sin embargo este ejercicio funciona para fomentarla y sobre todo, para afianzar los lazos y la convivencia”, señala. Lo ideal es presentar narraciones atractivas y amenas, incluir a los niños y niñas en la selección y evitar imponerles gustos personales o tratar de moralizar o adoctrinar.
Junto a lo anterior, es fundamental escoger el tiempo adecuado y no poner a competir esta actividad con otros gustos. Además, no se aconseja interrumpir la narración para corregirles, esto desconcentra; ni para aclarar significados que el mismo contexto pueda dar, tampoco usar un tono de voz infantil o sobreactuado. Se vale “darle la vuelta”, recurrir a aplicaciones de audiolibros o podcast de cuentos. Primordial partir del ejemplo, “que perciban que a la lectura se le da importancia en el hogar”, agrega Obregón.
Experiencias lectoras
Así como apelar a temáticas afines, otra opción es relacionar los libros con productos audiovisuales. Casos como los de Charlie y la fábrica de chocolate, Matilda o Las Brujas, de Roald Dahl, que son libros y películas; los de Arsene Lupin, que inspiraron la reciente serie de Netflix, o sagas como las de Harry Potter y Percy Jackson.
Por su parte, Mariana recomienda crear experiencias a partir de la lectura y asociarlas a algo divertido como preparar una receta, inventarse un juego, realizar una pintura o una manualidad. “Es difícil competir con los medios audiovisuales, pero se trata de aprovecharlos y ponerlos al alcance. Finalmente esa experiencia y la familiaridad es lo que van a recordar”, cuenta.