Los jóvenes se deben preparar desde la infancia para enfrentar en la vida situaciones que no se esperan.
Asesora Carolina Carvajal Méndez – Psicóloga
¿A quién se le enseña a perder? ¿A cuántos se les educa con la idea de que el futuro es una cuestión de azar o que no hay que trabajar duro para lograr las metas? En tiempos donde se vende la idea de que los sueños se pueden obtener solo con la fuerza del deseo, es difícil preparar a una generación para la derrota, para ser tolerante al fracaso.
Lo primero que hay que decir es que la tolerancia al fracaso, a la frustración, empieza en los primeros días de vida del ser humano, cuando el niño está en construcción de los primeros vínculos afectivos con su madre a través de la alimentación. Es en esa época en la que empieza la demanda por parte de los pequeños y es necesario que aprendan que no todo se puede atender al instante.
“Hay padres que tan pronto el niño empieza llorar corren a cumplir la necesidad y no le permiten a este descubrir la tolerancia a la frustración, que es la capacidad que tenemos de sobrellevar y sobreponernos a una circunstancia que no necesariamente resulta como queremos”, explica la psicóloga Carolina Carvajal Méndez.
Entender límites y pérdidas
Un consejo que entrega la experta es que hay que permitirles desde una edad temprana a explorar la insatisfacción, porque de esa manera se van a enfrentar a no saber qué hacer con esa necesidad no cubierta, una sensación que se vive de manera repetida en la vida y a la que todos llegan en cualquier momento de la existencia.
“Que los adolescentes tengan tolerancia a la frustración depende en gran medida de los padres. Y esto hay que hacerlo de manera temprana, pues cuando crecen y se enfrentan a esto en el colegio va a ser más difícil, pues llegan a esta fase sabiéndose y pensándose como el único en esa etapa egocentrista y se choca con otros niños que están en la misma situación, es en ese momento cuando se da cuenta de que las cosas no son como ellos las quieren. Esto se evita privándolos de privilegios, diciéndoles que no a algunas peticiones de regalos, y más en estos tiempos cuando se les enseña que ellos son los que mandan en la casa y todos viven para rendirle pleitesía a sus caprichos”, agrega.
Cuando el niño tiene de verdad dificultades para aceptar que el mundo no está hecho a la medida de sus exigencias, pueden aparecer conductas de poca adaptación como las pataletas, pelearse con los compañeros, dar puños, morder y ser grosero con las figuras de autoridad, en resumen, adopta postura de oposición y desafío. Sin embargo, cuando desde temprana edad se le enseña a tolerar, va construyendo una respuesta activa y positiva ante la adversidad.
Aceptar el mundo como es
“El choque difícil viene en la adolescencia, que es un momento de muchos cambios. Cuando el joven tiene suficientes estrategias o recursos para afrontar la frustración, es más fácil que se reponga. Por ejemplo, tiene que prepararse para la primera vez que una chica o un grupo de pares lo rechacen. Cuando no existe tolerancia a la frustración los adolescentes buscan generalmente sobrellevar eso a través de otros factores como son las sustancias psicoactivas o la adicción a la tecnología, que son las llamadas conductas de alto riesgo”, indica.
Nadie llega totalmente preparado a esta etapa, sin embargo sí recae sobre los padres esa preparación para el mundo: nunca las cosas son completamente como uno quiere. Además, esto le ayudará al niño, futuro adolescente, a crear un mundo propio, a tener sus refugios, sus hobbies, sus pasatiempos y sus amigos con los que tendrá afinidades, lo que se convertirá en un apoyo contra eso que no resulta tan fácil de aceptar •
Jóvenes ante la frustración
La psicóloga clínica Silvia Russek, especialista en terapia conductual, aconseja:
- Canalizar el esfuerzo y la energía en lograr otra meta.
- Reconocer los errores o las causas que imposibilitaron lograr el objetivo. Tener un plan B que posibilite tener una salida.
- Evitar cometer los errores del pasado.
- Descartar ideas y creencias de la mente, tales como: “Esto no debería ser así”, “es demasiado”, “no lo soporto”, “¿por qué los demás sí y yo no?” Se trata de aprender a cambiar creencias equivocadas que solo aumentan la molestia que se está viviendo.
- Preguntar a las personas cercanas si la reacción emocional que se tomó ante lo sucedido es exagerado. Tratar de ver las cosas desde otro punto de vista y reflexionar sobre los actos.