Los tumores cerebrales no son como los de otras partes del cuerpo. Tienen poco espacio para crecer, lo que puede significar que ese crecimiento comprima partes vitales del cerebro.
Un tumor es una masa de células anómalas. La mayoría de las células normales envejecen o se dañan, mueren y son remplazadas por unas nuevas. A veces, este proceso no tiene un buen resultado. Las que nacen se forman cuando el cuerpo no las necesita, y las viejas o dañadas no mueren como deberían.
Los tumores que comienzan en el cerebro se llaman cerebrales primarios y personas de todas las edades pueden desarrollarlos. “Hay más de 130 tipos diferentes de tumores cerebrales primarios”, dice el doctor Mark R. Gilbert, un experto en tumores cerebrales del Instituto Nacional de Cáncer de Estados Unidos. Por su parte, el cáncer que se disemina al cerebro desde otra parte se llama tumor cerebral metastásico, mucho más común que los primarios.
Ambos tipos de patologías pueden causar síntomas similares como convulsiones, problemas de memoria, debilidad en un costado del cuerpo, dolores de cabeza, náuseas y vómitos, cambios en la capacidad para hablar, escuchar o ver, problemas de equilibrio o cambios en el estado de ánimo.
Si la persona tiene alguno de estos síntomas es fundamental que acuda al médico, quien hará un examen físico y preguntará sobre el historial de salud personal y familiar. Los tumores se pueden detectar a través de métodos de imagen como resonancias magnéticas o tomografías computarizadas. Los tratamientos varían según el tipo y la localización del tumor, que pueden incluir cirugía, radiación o fármacos que matan o las células cancerosas o bloquean su crecimiento.
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