Suelen ocurrir con más frecuencia entre los 3 y los 7 años de edad y, aunque pueden provocar insomnio, son episodios comunes. Conozca cómo tratarlos junto al pequeño.
Según el portal web Children´s National los terrores nocturnos se conocen como un fenómeno relacionado con el sueño que se caracteriza por un despertar brusco que ocurre en la fase profunda, durante el primer tercio de la noche.
Estos originan en el menor una reacción de intenso miedo, con respuestas físicas como sudoración, aumento de la frecuencia cardiaca o aceleración de la respiración.
¿Qué hacer cuando se presentan este tipo de episodios?
En el momento en el que tiene lugar el suceso, si el niño ha salido de la cama, se recomienda acompañarlo de nuevo a dormir y permanecer a su lado en silencio y sin intentar interactuar, velando por su seguridad para que no se lesione mientras dura el episodio.
Más tarde, por la mañana, es mejor evitar discutir sobre lo ocurrido porque lo más seguro es que no se acordará.
En casos muy severos, y teniendo en cuenta que los terrores nocturnos suelen producirse siempre más o menos a la misma hora, se puede optar por hacer lo que se llama despertares programados, unos 15 o 30 minutos antes de la hora en la que suele producirse el fenómeno. De esta manera, se evitan un número importante de los mismos. También se utiliza esta técnica en niños y personas con sonambulismo.
No hay que confundirlos con las pesadillas ya que, de hecho, no son un sueño en sí mismo. Son, más bien, una sensación de miedo que aparece de forma repentina.
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