Este tipo de personalidad en ocasiones es incomprendida. Es importante entender sus rasgos.
Asesores: Ana María Ospina, psicóloga
Eduardo Vargas, psicoterapeuta
Alrededor de la mitad de la población es introvertida, así lo afirma Susan Cain en su charla TED El poder de los introvertidos, basada en su libro homónimo en el que la curiosidad de entenderse a sí misma la llevó a estudiar este tipo de personalidad y resaltar sus valores en una sociedad que privilegia los comportamientos extrovertidos. A los introvertidos no se les da muy bien el trabajo en grupo, pero pueden ser buenos líderes porque les dan independencia a los demás; no son muy comunicativos, pero saben escuchar y disfrutan la soledad, una característica que puede ser útil en los tiempos de distanciamiento social.
Según la psicóloga Ana María Ospina, el psiquiatra suizo Carl Jung fue el que delimitó esta personalidad. Así, no existe nadie que sea ciento por ciento introvertido o extrovertido, es un espectro o una tendencia que tiene manifestaciones diferentes en cada individuo. “La mayoría se relaciona con pocas personas y lo hacen solo en dosis medidas para controlar mejor su entorno y que no les resulte estresante. No les gusta llamar la atención del grupo, a no ser que estén familiarizados con todo el mundo. Ante un grupo de personas, su reacción suele ser la de escuchar en silencio a los demás. Sin embargo, eso no significa que no disfruten de estar en actos sociales, a pesar de que su participación en dichos actos sea baja”, afirma.
Es común que este rango de la personalidad se confunda con timidez, pero según Ospina, esta última “es el resultado del miedo a las relaciones sociales que puede ser intrínseco a la persona o puede originarse a partir de un evento emocional negativo. Aunque no lo parezca, la timidez puede presentarse también en los extrovertidos”.
Cain asegura que la sociedad actual está muy centrada en el culto a la personalidad, lo que representa que la extroversión sea muy importante, pero eso no significa que los introvertidos deben ser forzados a cambiar su forma de ser o no se les dé la oportunidad de desarrollar su personalidad, sobre todo en entornos sociales como los colegios que hacen mucho énfasis en el trabajo en equipo y la participación en clase, algo que a los introvertidos se les dificulta. Ellos deben tener estas capacidades y usarlas, desde luego, pero se sentirían más cómodos y rendirán más, si su forma de ser no fuera considerada un defecto o una muestra de emociones como la tristeza.
Desde niños
Al ser un rango de la personalidad, la introversión puede empezar a verse a los tres o cuatro años, se refuerza en la adolescencia y tiene tres manifestaciones del carácter, que explica el psicoterapeuta Eduardo Vargas: avaricia y desapego patológico, envidia e insatisfacción y falta de confianza.
La avaricia y el desapego patológico no tiene necesaria relación con el dinero sino con el impulso de no compartir con los demás. “Hay un miedo, que puede ser inconsciente, a que si dan lo que tienen se queden sin nada, como si se fueran a diluir, y les interesa conservar su individualidad, entonces por eso se aíslan y el mundo les parece un laboratorio para observar, mas no participar”.
La manifestación de envidia e insatisfacción tiene que ver con el hábito de compararse constantemente, ejercicio del que siempre resultan mal librados, entonces prefieren no mostrarse a los demás para evitar que eso se evidencie. “Otra posibilidad es que hagan un montón de cosas para que los vean”.
La tercera manifestación, la falta de confianza, tiene alguna relación con la segunda pero se debe al desarrollo de una estructura en el individuo que se llama cobardía y acusación. “Tienen pánico a que los acusen de que hicieron algo malo y que los castiguen, entonces no se muestran mucho y cuando los ven tienen que estar haciendo lo correcto”.
Esto puede reforzarse más adelante en la vida por eventos traumáticos. Si un adolescente introvertido sufre matoneo, querrá resguardarse aún más en sí mismo, igual si está pasando por un duelo. “No hay un solo patrón que nos lleve a establecer condiciones de aislamiento en la adolescencia sino que puede responder a múltiples variables y dimensiones, ya será lo pertinente en cada caso identificar cuáles de las variables se han combinado para configurar el aislamiento y abordar cada caso particular”, afirma Vargas.
Cambios que llaman la atención
La introversión no es patológica, a no ser que la persona definitivamente no quiera salir al mundo y no pueda manejar los rasgos de su personalidad, lo que hace necesaria una consulta. Por otro lado, “hay temas de salud que pueden generar aislamiento, como el acné, por ejemplo, o si el joven presenta alguna discapacidad, tiene alguna cicatriz o algo que lo ponga en desventaja con su grupo de referencia”, afirma Vargas. Si ese refuerzo del aislamiento representa un cambio en la personalidad, puede ser signo de alarma.
El tiempo extra en casa que algunos tienen por cuestiones de salud pública puede ser la oportunidad para el autoconocimiento y acercarse a los otros miembros de la familia, un proceso útil para saber reconocer cuándo los comportamientos responden a rasgos de la personalidad o cuándo pueden ser síntoma de algo más, a lo que se le debe prestar atención.
Los introvertidos son felices en su mundo, “pueden ser ajenos a lo que pasa a su alrededor (por ejemplo, leer un libro mientras los hijos están haciendo mucho ruido), es decir, se encierran en sí mismos y son felices con este aislamiento autoimpuesto”, cuenta Ospina. También son más sensibles, lo que a veces la sociedad señala como negativo, pero en realidad puede facilitar la empatía y fortalecer las relaciones sociales.
Un introvertido puede tener problemas para desarrollar relaciones, pero una vez lo hace, las mantiene por el resto de su vidas. “Tienen un pequeño círculo de amigos cercanos y de confianza, por los que harían cualquier cosa (incluso si no los ven en años). También pueden ser poco comunicativos de forma no verbal, pero especialmente de forma verbal, con sus sentimientos, se les da mejor a través de cartas, tarjetas o con gestos”, afirma Ospina.
Este mundo es tan rico como el de los que aman expresarse y compartir con los demás, no se trata de antipatía o aburrimiento. La diferencia hace que todos se puedan complementar y que aporten a su manera, el mejor regalo que se puede hacer es la comprensión y evitar los prejuicios que permitan la libertad de desarrollar la mejor versión de sí mismos.
La introversión es una condición individual, que se enfoca en el universo interior y se evidencia al mostrarse más reservado, indica un artículo de la Universidad Abierta de Cataluña.
La generación de cristal
Son los hijos de la Generación X, sus padres nacieron en los años 70 y 80. Tiene mucha empatía con la tecnología, pueden pasar horas enteras en sus dispositivos electrónicos, pero son de poca socialización de otras maneras. No necesariamente son introvertidos, sino que tienen unas maneras culturales popularizadas a través de los medios digitales. Saben manejar la tecnología, pero no saben crearla ni interpretarla, y sus comunidades son más virtuales que presenciales, prefieren las relaciones sociales a través de una pantalla. Parecen ser más sensibles, no reconocen muy bien los límites, les cuesta trabajo creer en una autoridad dura y son muy solitarios, porque sus papás trabajan.
No es un tipo de personalidad —aunque algunos pueden ser claramente introvertidos—
sino un asunto cultural.