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El primer amor llega con alegrías y tristezas

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El acompañamiento de los padres es clave para que los adolescentes vivan esta experiencia afectiva de forma enriquecedora.

Asesora: Zamira Montoya Camargo, psicóloga clínica, adscrita a Coomeva Medicina Prepagada

El primer amor, generalmente, deja un sello para toda la vida, ¿quién no lo recuerda? Y si siendo adultos da duro el despecho, cómo no entender a los jóvenes que recién salen de sus debut en las lides afectivas.

Algunos mayores parecen olvidar que alguna vez fueron adolescentes y dejan de comprender los sentimientos que invaden a sus hijos cuando atraviesan esta etapa.

Escucharlos, entenderlos, hablarles con propiedad del tema, sin comparar experiencias, es la sugerencia de la psicóloga clínica Zamira Montoya Camargo. “Cuando los jóvenes conocen a alguien que les gusta, es común que los padres les digan que no se enamoren tan pronto o que en su época las cosas eran distintas. Juzgar o descalificar con ojos de adulto es el principal error”, explica la profesional.

Se trata de una fase normal, señala la experta, en la que los adolescentes empiezan a ver diferente a quienes han sido sus amigos; observan características en ellos que antes no les generaban curiosidad y, por ende, se genera un interés por establecer relaciones más cercanas, más íntimas.

Lo ideal es que los padres estén preparados para afrontar este momento en el que sus hijos buscan conexiones por fuera del núcleo familiar, con sus amigos y luego con su pareja. Así como entender que esto no es señal de que ellos lo están abandonando, ni que tampoco les interesen sus parientes, simplemente necesitan encontrar otro tipo de relaciones, tener autonomía y reconocimiento entre sus pares.

Por esto, la clave está en escucharlos con empatía, generarles una sensación de confianza y permitirles expresar sus sentimientos, sin dejar de ejercer el rol de padre: “otra equivocación es pasarse al otro lado y tratar de ser sus mejores amigos”, agrega la especialista.

¿Hablarles de sexo?

Sí, por supuesto, pero siempre haciéndolo desde la educación, no desde la prohibición. Lo que no significa que como acudientes se les dé carta abierta para que hagan lo que quieran, pero sí hablarles de los acercamientos sexuales, sus implicaciones, causas y efectos. Es importante no cerrarse a escuchar sus temores, sino buscar espacios en los que puedan conversar. La psicóloga Montoya sugiere hacerlo entre géneros: madre con hija y padre con hijo, pero si no es así, “no importa”.

“Se recomienda iniciar estos diálogos a temprana edad, con el pediatra, y, en el caso de las niñas, en su primera visita al ginecólogo, en la que les expliquen cómo funciona su cuerpo, siempre desde la educación y la prevención”, indica la profesional. En últimas, significa ejercer la función orientadora como papás •

Vivir esta etapa de la mejor manera

  1. Recalcar a los hijos la importancia de su primer amor para su crecimiento personal, en especial cuando se genera una ruptura. Acompañarlos, así sea desde el silencio, pero que sientan que se está al lado de ellos y que se desea escucharlos.
  2. Hacerles saber que si el primer amor se acaba, esto no significa que la vida terminó, por el contrario, constituye una experiencia de vida, no solo desde la tristeza, sino también desde la alegría. Alejarlos de las fantasías y explicarles que las cosas negativas también cuentan.
  3. Explicarles los valores que quedan tras una relación; el respeto por el pensamiento del otro, la tolerancia aún en la diferencia, la comunicación que implica no solo expresarse sino escuchar los sentimientos de los demás, porque allí se encuentra el equilibrio.

Cómo establecer los límites y fomentar el diálogo

  • Un aspecto importante es respetar la relación que los hijos tengan. Si estos les
    comparten detalles de su noviazgo, no contárselos a otras personas, así se construirá una confianza que el adolescente valorará y tendrá en cuenta más adelante.
  • Dejar que ellos le cuenten de forma espontánea y no rechazar los sentimientos que puedan tener, pues no favorecerá su crecimiento y madurez.
  • En caso de que los adolescentes tengan alguna discusión con su pareja, no
    entrometerse. Darles la oportunidad de que aprendan a resolver sus problemas mediante el diálogo, que busquen alternativas de solución, que sean flexibles.
  • No olvidar, sobre todo, que el adulto sigue siendo el padre o la madre, no su mejor amigo, y por tanto es necesario establecer los límites de autoridad.

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