Hay que darse tiempo, sanar y prepararse. Una nueva relación podrá prosperar en la medida en que la anterior sea superada de verdad.
Cualquiera sea la causa, así no esté en duelo sino en euforia y se diga: ¡Al fin!, el divorcio debe ser elaborado, pues es un proceso que lleva a las personas a los orígenes de la pareja, a su desarrollo y a su fin, y enseña sobre la condición humana. Sirve para ser realista y meditar sobre el protagonismo propio en el divorcio, para así evitar la auto conmiseración, pues en pareja todo es de dos.
Por eso resulta vital no auto victimizarse, algo que desgasta las energías que se necesitan para analizar cómo se eligió al ex cónyuge; en qué se equivocó. Energías necesarias para analizar cómo fue el desarrollo de la pareja; dónde quedaron cabos sueltos y no fueron tomadas en cuenta pistas que revelaban la incompatibilidad y planteaban la necesidad de una separación concertada, benéfica para ambos y para los hijos. Se trata de un análisis que permita cerrar un ciclo y adquirir paz interior, para, solo entonces, pensar en iniciar otra etapa más enriquecedora.
Un nuevo aire
Una vez se recupera la serenidad, no importa el tiempo que tome, es posible empezar a considerar tener una nueva pareja. No hay que apresurarse ni dejarse dominar por la presión de los amigos, que quieren solucionar el problema presentándole a alguien. Solo cada quien sabe cuándo es el momento y cuál podría ser la persona indicada, cuando se sienta el alma en paz, libre de rencores. Esto no es como soplar y hacer botellas: si no se ha superado el duelo, no se embarque ni incluya a otro ser humano en una odisea de pésimo pronóstico.
Es muy probable que el nuevo enamoramiento tenga salvadores criterios de realidad; claro, según la persona, porque otros no aprenden nunca y alcanzan a ajustar dos o tres separaciones más. Una joven mujer con un nuevo novio, tempranamente aparecido tras su divorcio, indicó al especialista que “se le corría la teja” por la vibrante pasión que le suscitaba, pero a diferencia del pasado cuando se casó ciegamente enamorada, esta vez esta estaba alerta y supo cortar a tiempo cuando el seductor mostró el cobre.
Hay otros panoramas, por ejemplo cuando el otro no ha estado casado, en este caso, si el novato entiende que la pareja es una empresa y aprovecha la experiencia del divorciado para formar una entidad con principios, valores, normas, hábitos y costumbres que rijan para ambos, será muy provechoso. Esta situación se denomina el “tercer estilo”, porque no se impone el estilo de ninguno de los dos, sino el de la tercera personalidad, la de la pareja. “Es importante que el experimentado sepa ‘entrenar’ en las lides conyugales al otro, sin dominarlo o someterlo”.
Otro panorama es el de dos separados, cuando hay que estar alerta para que ninguno traiga experiencias del pasado y haga comparaciones, pues cada relación es única. Entonces, deben desarrollar, más allá del amor romántico y sexual, el amor-respeto, que respeta la diferencia, acepta la discrepancia, origina la dialéctica, permite el auto cuestionamiento y el desarrollo de la humildad. Con el amor-respeto surge una nueva y venturosa entidad de pareja, que además sirve para proteger a los volátiles amores romántico y sexual.
Así que el panorama es positivo, solo hay que ser inteligente y, sobre todo, no precipitarse, pues es tal la necesidad de hallar un asidero emocional, que algunos eligen mediante la falaz maniobra de “amor a primera vista” y cuando se van a convivir, aparece como “horror a segunda vista” •
¿Cómo llevar las cosas cuando hay hijos?
Cuando hay hijos y el divorcio es inevitable, la pareja debe buscar ayuda profesional para realizar una separación funcional. Las separaciones no tienen que ser una batalla campal; pueden ser protectoras de los hijos, siguiendo un protocolo:
• Convencerse que los padres no se divorcian; se divorcian
los cónyuges.
• La separación funcional es un fenómeno de reproducción: de
una familia biparental (padre y madre) salen dos familias
monoparentales, la madre o padre cabeza de hogar.
• Definir los principios y normas que regirán ambas familias.
• Es importante comprometerse.