Vivir una paternidad afectiva significa involucrarse en la crianza y el cuidado de los hijos. Proteger, cuidar y educar es el reto.
Convertirse en padre trae una serie de desafíos que van desde el temor a no dar la talla frente a la responsabilidad, a no poder proveer económicamente los nuevos gastos o a responder con sabiduría a cada etapa que llegará con ese recién nacido. Miedos que irán desapareciendo a medida que cada obstáculo es resuelto y el vínculo entre papá e hijo se hace cada vez más inquebrantable.
“Si el hombre se da la oportunidad de mimar a su hijo, jugar con él, darle el tetero, esperar a que concilie el sueño, cambiarle el pañal, sacarle los gases, sin pensar en el qué dirán o demostrar sensibilidad, vivirá una experiencia única de protección y cuidado”, explica María Teresa Gómez, psicóloga.
De alguna manera, se trata de reivindicar el papel del padre en la sociedad y en la construcción de la familia y romper con estereotipos que hasta hace poco se referían a la paternidad como una figura ausente, autoritaria y de pocas palabras. “Un papá es igual de importante a una mamá, cada uno tiene su lugar y ambos aportaron lo necesario para traer a ese hijo a la vida. Por lo tanto, es ideal que se enlace en el proceso de gestación de su pareja, que le cuente cómo se siente, qué dolores tiene, qué está pensando, que asistan juntos a las ecografías, que lleven un registro de los cambios… las sociedades de hoy son distintas y ellos deben dejar el miedo a expresar o a esperar a que otros les pregunten sobre su situación”, explica el psicólogo Andrés Felipe Gómez Lopera, especialista en terapia de pareja.
Cada papá, por tanto, tiene un libro en blanco y el ejercicio de escribir su propia versión del rol de acuerdo con el manual de instrucciones que tiene por instinto, por lo que aprendió de sus padres y que alimenta con reglas nuevas en la adultez según su experiencia.
Dar sin temor
Ser un buen padre, entonces, no solo depende de los recursos económicos, también de la disposición, de la vinculación y las ganas que este le imprime al proceso que inicia desde el día en que conoce la noticia de su embarazo. “Hay que tener cuidado porque muchas veces la futura mamá lo aparta de este proceso porque piensa que no está capacitado para hacer ciertas tareas o, por el contrario, es quien lo engancha en el rol. Además, es importante entender por qué actúa de cierta manera para no juzgarlo y frustarlo. Por ejemplo, si se critica porque no es afectivo, hay que preguntarse primero qué fue lo que recibió de su progenitor y para él qué significa la afectividad, de esta manera se valoran y se aceptan las muestras de afecto sin sesgos”, agrega.
En este sentido, un estudio del Instituto de la Familia de la Universidad de la Sabana asegura que el fin último y tradicional de un papá siempre ha sido el de educar y formar a los hijos, evidenciando que en el último centenio se han empleado diferentes estrategias para lograrlo, que van desde la agresividad y el sometimiento hasta la tolerancia, el diálogo y el amor, prácticas actualmente muy comunes.
Funciona dejar atrás la carga cultural y social, si se tiene, para actuar de forma más afectiva en el gran reto de convertirse en padre. La crianza con amor le brinda al niño el cariño, los cuidados, la protección y la compañía que necesita para crecer con un mejor bienestar y le da las herramientas suficientes para enfrentarse al mundo con valentía.
Cada uno da lo que tiene
Una investigación del Instituto de la Familia de la Universidad de la Sabana encontró que existe una marcada transmisión intergeneracional en la paternidad desde tres líneas. Una determina que lo que el nuevo papá recibió del suyo lo replica en su experiencia propia y hace lo mismo que hicieron con él en materia de formación, otra tiene que ver con el que se cuestiona y toma elementos y aspectos de lo que considera correcto y, finalmente, el que decide romper con su pasado y asumir su propia forma de hacer las cosas.
Tenga en cuenta
Para Gómez Lopera el equilibrio del triángulo familiar, constituido por la jerarquía de la familia, la inclusión y el equilibrio en el dar y el tomar, es necesario para que se dé una verdadera armonía en el hogar. “Es fundamental enseñar a los hijos a respetar el lugar que ocupa cada padre, son dos roles distintos y ninguno se suple entre sí. Por esto cuando aparecen frases como “soy padre y madre a la vez” o “soy mejor que tú”, se evidencia la falta de negociación entre la pareja y la necesidad del diálogo”.
Enfrente las dudas
- Conoce a tu hijo. El diálogo y la observación son fundamentales para saber cuáles son los temas y pasatiempos de su preferencia. Invítalo a comer helado, a salir a caminar, a cine, a jugar en el parque, son citas que afianzan lazos y fortalecen la confianza.
- Analízate como padre. ¿Qué te hace falta para ser una mejor persona?, en la medida que identifiques eso que te falta por mejorar, así como potenciar tus mayores fortalezas, podrás darle a tu hijo bases de vida y aportarle mejores cosas.
- Ejerce una paternidad con seguridad. Saber qué buscas y quieres de tu hijo te ayudará a acercarte a él y a acompañarlo en la toma de sus decisiones y construcción de su proyecto futuro. No lo cuestiones, guíalo.
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