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Ese difícil proceso de desprenderse

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Acumular para amortiguar o remplazar pérdidas puede convertirse en un trastorno que impide el buen vivir. Acompañar a soltar es parte del proceso.

Asesor: Lucio González Ortega
Psiquiatra y máster en Psicoanálisis, adscrito a Coomeva Medicina Prepagada

Es normal que en la vida haya cosas de las que cueste desprenderse. Desde el punto de vista material, hay objetos o enseres que representan un pasado o están atados a una memoria, tienen un valor simbólico o emocional. Si a la hora de olvidar o desechar algunas de esas pertenencias le cuesta trabajo a usted o a los suyos; se siente angustiado o simplemente la recolección de objetos sobrepasó los límites, es posible que se trate  de un trastorno de acumulación compulsiva.

Es una condición que en muchos casos quienes la padecen no la ven como un problema, lo que dificulta su tratamiento. No obstante, en caso de que haya un diagnóstico o se esté superando un momento de apego extremo es preciso acudir a los especialistas que pueden apoyar a modificar estas creencias y conductas.

Pero, ¿qué le sucede a las personas que viven este comportamiento? Lucio González Ortega, psiquiatra y magíster en Psicoanálisis, hace un símil entre quienes padecen esta condición con los niños, dado que a temprana edad se suelen atesorar con fuerza los juguetes y no dejar que nadie se los quite. Ortega explica que este comportamiento se debe al aislamiento de cada niño “en su propio mundo”, por lo que la situación que viven los adultos puede asemejarse.

“Hay una época donde empiezan a faltar los hermanos, los padres, los amigos y las personas se empiezan a quedar solas. Los objetos son una forma de sentirnos acompañados, el adulto acumula objetos para reemplazar una pérdida que está teniendo”, explica el especialista. Al ocurrir este fenómeno, se hace necesario sustituir esas pérdidas.

Además existe el detonante emocional: mientras más cariño se guarde hacia algo o alguien, más prolongado será el proceso de dejar ir. Por eso es usual soñar con los seres queridos, tras una pérdida, o incluso tener en ocasiones la idea de poder verlos o sentirlos.

Pasar los límites

¿En qué momento se convierte en un problema? Si una persona acumula, hay que mirar hasta qué punto es preciso restringirlo sin vulnerarlo. “Si no es mucho, se puede ser tolerante y permitir que se haga dado que esa práctica no es sinónimo de deterioro cognitivo”, añade el especialista.

Objetos como libros o cuadros pueden ser algunos elementos decorativos que ayudan a las personas a recrear su “familia simbólica”.  Lo que se acentúa a medida que se van acumulando despedidas. Lo que ocurre es que “ese amor que la persona le tenía a algo debe colocarlo en otra cosa. Es la llamada energía amorosa, esa que se destina un poco para la novia, para los hijos, para el trabajo; así se va rodeando de seres queridos. Pero cuando esos seres se van yendo, entonces esa energía regresa a donde uno y  se hace necesario construir otra familia, pero como ya humanos no hay, entonces empieza a crearlas con símbolos”.

Cuando hay conflictos

Otras personas, relata González, empiezan a acumular elementos más extraños como papeles, chatarra o hasta basura. Si hay un exceso que impida la libre circulación de las personas, contribuya a acumular polvo y hongos al punto de socavar la salud de los habitantes del lugar y cree continuos conflictos de convivencia, entonces se considera patología y se hace necesaria ayuda psicológica o psiquiátrica.

Uno de los factores de riesgo, según Ortega, es el trastorno obsesivo compulsivo (TOC) debido a que uno de sus síntomas es acumular cosas. Si bien es un trastorno que tiene causas psicológicas y biológicas, estas últimas asociadas a un daño cerebral, hasta ahora no hay evidencias sólidas para conocer el origen. Para atenuar esta condición, durante el tratamiento, se prescribe un medicamento relajante para disminuir la patología obsesiva y la angustia.

Para una persona con trastorno de acumulación compulsiva, lo ideal es el cariño  de quienes los rodean; las visitas de hijos o amigos, salidas al campo o a lugares que sean de su gusto. Mientras más solitaria sea la persona, más estará expuesta desarrollar esta condición. Por ello, conviene sortear este momento con el acompañamiento.

Los procesos de despedida de personas o lugares, deben abordarse con amor y comprensión.

Proceso para desechar sin traumatismos

Si se pretende iniciar un proceso para desechar objetos acumulados la recomendación es solicitar ayuda psicológica o psiquiátrica para que el paciente pueda expresar sus sentimientos a lo largo del proceso. “Durante la terapia se propician conversaciones para ayudar a la persona. El hecho de hablar de sus cosas es una forma de despedir”, concluye González. Sin embargo, si la persona tiene antecedentes de ansiedad o depresión, el especialista sugiere que sea tratado en consulta para lograr mejores resultados.

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