Al llegar a la mediana edad, los hombres enfrentan mitos y miedos frente al examen de próstata, una prueba vital que debe realizarse cada año y que salva vidas.
ASESOR
Néstor Rafael Pulido
Urólogo
La mediana edad, aquella que ronda los cincuenta años, suele ser vista con pesadumbre por muchos hombres quienes la relacionan con el ineludible y temido examen de próstata. Una equivocada idea, muy arraigada en la cultura machista, supone que la minuciosidad y el buen cuidado con que el urólogo realiza el tacto rectal es inversamente proporcional a la virilidad del paciente. Este es el principal mito contra el que luchan los médicos de esta especialidad.
A partir de los cuarenta años la próstata (una glándula ubicada bajo la vejiga y por delante del recto, y cuya misión es optimizar la fertilidad) empieza a crecer. A partir de esta etapa experimenta este desarrollo de forma natural atada al ciclo vital de la llamada mediana edad cuando su crecimiento se intensifica. Pero tal crecimiento puede ser benigno o maligno, en este caso es cuando se habla de cáncer de próstata. Y el método más eficaz para detectarlo oportunamente es el mencionado examen.
Por ello los médicos en todo el mundo recomiendan que los hombres mayores de cincuenta años deben practicarse dicha prueba anualmente. “Los hombres jóvenes –entre los 17 y 35 años– deben hacerse una auto-palpación de los testículos. Tal como las mujeres deben hacerlo con los senos, y consultar al médico si notan alguna anomalía o extrañeza”.
El especialista explica que a partir de los cincuenta años el hombre debe hacerse un tamizaje de próstata (examen profesional). “Pero si factores de riesgo como la raza, o casos de cáncer de próstata en su círculo de primer grado de consanguinidad, el examen debe hacerse más temprano”, añade el urólogo Néstor Rafael Pulido.
Atender esta indicación es el instrumento más eficaz en la lucha contra el cáncer de próstata. Aunque hoy la ciencia registra importantes hallazgos, no existe una tecnología ni un procedimiento que remplace el saber de los urólogos, que se pone en práctica a través de este examen. El cáncer de próstata es el tumor más frecuente en los varones y dentro de la patología oncológica es la tercera causa de mortalidad después del cáncer de pulmón y del cáncer digestivo.
El tabú cultural frente al examen rectal hace que muchos hombres no asistan al médico. En síntesis: la falsa idea de que está en juego la hombría cobra en vidas humanas. Pero no es este el único “mito” peligroso. Sin saberse cómo ha hecho carrera la idea de que la vasectomía (un procedimiento sencillo y eficaz en hombres para el control natal) aumenta las posibilidades de sufrir cáncer. “Eso es falso, otro mito. El cáncer no tiene nada que ver con ese procedimiento”, aclara el doctor Pulido. Así mismo hay creencias sin fundamento respecto de ciertas dietas que supuestamente evitan el cáncer de próstata: “No se ha podido demostrar que haya una relación entre alimentación y crecimiento de próstata o entre alimentación y cáncer de próstata. Se dice –continúa el urólogo– que el tomate tiene una sustancia llamada licopenos que favorecen el que no se produzca cáncer de próstata, pero son creencias, nada de eso está decantado científicamente”.
Por fortuna, la urología poco a poco va ganando terreno. Los mitos que se levantan como una barrera entre los hombres de mediana edad y su buena salud, están siendo destruidos progresivamente con información de calidad. “Hoy la educación hace que los hombres busquen voluntariamente hacerse el chequeo anual recomendado”. Tal vez el mejor consejo frente a la llamada crisis de los cincuenta, es asumirla teniendo muy claro que los años del oscurantismo son parte del pasado, y que los falsos mitos de ayer no pueden ser una amenaza real a la salud •