Culturalmente se ha impuesto la idea de que las mujeres solo alcanzan su realización personal cuando son madres. Las nuevas generaciones empiezan a desmontar este imaginario. La maternidad debería ser una decisión libre.
Asesora: Gloria Hurtado Castañeda
Psicóloga adscrita a Coomeva Medicina Prepagada
Es usual que la sociedad espere que las mujeres actúen de determinada manera o realicen ciertas actividades erróneamente consideradas propias de su género y causantes de desigualdades que afectan su vida. Es lo que se conoce como los roles de género; es decir, la idea de que mujeres y hombres tienen unas obligaciones propias, que no pueden ser compartidas o que no asumen libremente. Desmontar esos imaginarios es una tarea compartida hoy por casi todos los países del mundo en busca del equilibrio entre los géneros.
ONU Mujeres, la sección de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que ha estudiado mejor los efectos de los roles de género, señala que estos crean diferencias y desigualdades entre mujeres y hombres “en cuanto a las responsabilidades asignadas, las actividades realizadas, el acceso y el control de los recursos, así como las oportunidades de adopción de decisiones”.
Un ejemplo de lo anterior es que, aunque trabajen, las mujeres deben dedicar tres veces más tiempo a las tareas domésticas y de cuidado que los hombres, señala la ONU. Así mismo, un estudio de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) revela que solo el 49 % de ellas participa en la fuerza laboral del planeta, aunque el 75 % desea obtener un empleo remunerado.
¿Cuál es entonces el papel de las mujeres en el mundo si no es lo que tradicionalmente se ha considerado? Gloria Hurtado Castañeda, psicóloga adscrita a Coomeva Medicina Prepagada, anota que es necesario evidenciar que esos roles impuestos por la cultura pueden modificarse de acuerdo a los cambios del mundo.
“Su rol principal es ser mujer y sentirse bien consigo misma. Por lo general, la gente piensa que es una mirada muy egoísta, pero en realidad es un asunto de salud mental. Vivir pendiente de otros, olvidándome de mí misma, tiene implicaciones delicadas porque es creer que los otros son más importantes y la valoración personal se va al piso. La vida y la salud podrán pasar factura de ese ‘sacrificio’ que enreda la estabilidad emocional”, asegura la experta.
Presunciones sobre el rol
La psicóloga Hurtado Castañeda también pone la lupa sobre cómo una familia asume que cuando alguien en la casa está enfermo, la obligación de cuidar es de las mujeres; ya sean esposas, hermanas, madres o hijas. “Es importante ayudar, pero se debe entender que la responsabilidad y el cuidado de otros miembros de la familia no es asunto solo femenino, los vínculos y parentesco se dan por igual con hombres y mujeres. Si hablamos de igualdad, tanto el hombre como la mujer deben participar en estas responsabilidades”.
Que un ser humano piense en sentirse bien consigo mismo, no lo excluye de asumir responsabilidades y actividades que les permiten relacionarse y cooperar con los demás. Las mujeres son, al tiempo, hermanas, hijas, madres, esposas, trabajadoras, amigas. El problema radica en que las responsabilidades recaigan exclusivamente sobre uno de estos roles.
“A un hombre no se le exigen roles. Generalmente se les dice que deben trabajar y salir adelante. Y allí la cultura es discriminatoria. Un hombre puede realizarse completamente si no tiene hijos, pero la cultura le cobra a la mujer el no tenerlos”, explica Hurtado Castañeda.
La experta se refiere al rol que más presiones genera en la vida de las mujeres: el de la maternidad. Tanto si tiene hijos como si su decisión es no ser madre. En el primer caso, existe la idea equivocada de que las principales cuidadoras de los niños son ellas y, en el segundo, que no hay una realización personal cuando la opción de vida es descartar la maternidad.
Un reto para las mujeres modernas es no ceder ante las presiones sociales ni sentir las frustraciones generadas por los imaginarios culturales. “Cada vez más, las nuevas generaciones están asumiendo que las mujeres pueden tener o no hijos. Si la mujer tiene opciones de vida con su trabajo, con sus amigas y construye un mundo propio, ello se convierte en la principal vacuna para no sentir que si no tuve hijos no me he realizado”, señala la psicóloga.
Sin embargo, la tarea no es solo para las mujeres. Los hombres también deben considerar que el rol de madre es cada vez menos atractivo, en la medida en que este puede reñir con otros deseos personales. Y si quieren que las mujeres sigan teniendo hijos, las sociedades tendrán que preguntarse cómo hacer la maternidad más llevadera.
“Ello ocurre porque la vida de una mujer no pasa solamente por la maternidad. Se cree que el instinto maternal existe, pero solo es una construcción cultural. Si existiera, todas las mujeres del mundo, sin excepción, quisieran tener hijos. Un instinto es propio de la naturaleza. A nadie se le enseña que necesita alimentarse: es una motivación instintiva que no requiere aprendizaje. He allí la diferencia con la maternidad, es opcional”, asegura la especialista.
¿Otras formas de ser “madre”?
El pensamiento de que las mujeres tienen instinto maternal puede constituir una trampa cuando a alguien que decide no tener hijos, le dicen que sea “madre” de otras maneras.
Sobre este pensamiento, la psicóloga Hurtado Castañeda explica que puede hacer que la mujer termine asumiendo “roles maternales” en sus diferentes ámbitos. “No hay que ser madres en cualquier escenario, hay que ser mujeres; pensar así hace que tú creas que eres madre de tu esposo, de tus compañeros de oficina, de tu madre; como si el destino solo fuera la maternidad”, expresa la especialista. “Como una forma de ayudar a otros o por protección, la maternidad puede ser muy peligrosa porque estás haciendo que los demás dependan de ti, sin permitirles que crezcan”, complementa.
Frente a todas las disparidades generadas por los roles de género, dice, lo interesante es que en la actualidad sí hay un cambio latente. “Los cambios no son abruptos, hay mucha gente que no los quiere, pero hay otros que los jalonan”. Estas fuerzas transformadoras le dan la razón a la idea que impulsa a los seres humanos a buscar su propia felicidad y entender que después del amor propio llega el amor por los demás. No es un asunto de imposiciones sino de decisiones y de cooperar unos con otros, en igualdad de condiciones.
El rol principal es el de ser mujer, sentirse bien consigo misma y decidir sobre su vida con libertad.
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