Explorar la empatía significa despertar la capacidad de ser generoso, solidario y compasivo por los hechos que les suceden a quienes nos rodean.
Asesora: Zamira Montoya Camargo, psicóloga y fonoaudióloga, adscrita a Coomeva Medicina Prepagada
Desarrollar la empatía constituye un pilar fundamental para lograr relaciones más armónicas y sociedades que se distingan por sentimientos compasivos y de generosidad.
¿Alguna vez se ha puesto unos zapatos que no son suyos?, ¿ha caminado con ellos?, ¿le han quedado grandes o pequeños?… Pues bien, si las respuestas son afirmativas, entenderá lo que sucede en la vida cuando en el plano personal se afirma que es importante “ponerse en los zapatos del otro”.
El intentar usar un calzado que no es propio para acercarse a la forma en la que otros perciben su propia realidad es una figura que se usa a menudo para hablar de la capacidad que deberían tener o desarrollar todos los seres humanos de ser generosos, solidarizarse y sentir compasión por lo que les pasa a sus semejantes.
A esa capacidad se le conoce como empatía. Es un sentimiento que, aunque parece uno de esos términos que se pusieron de moda recientemente, la psicología bautizó desde el siglo XX y, en la actualidad, no hay profesional de esta disciplina que no considere necesario desarrollarla para ayudar a las personas a vivir mejor en sus entornos y construir sociedades más justas.
De acuerdo con la psicóloga y fonoaudióloga Zamira Montoya Camargo, la empatía tiene tantos componentes innatos como aprendidos, pero se pueden perder a medida que se crece; cuando nos centramos en nuestras propias necesidades e intereses y no nos conectamos con los otros. “Los niños suelen ser más empáticos, en la medida en que tienen la capacidad de ser más perceptivos y de leer las manifestaciones de otras personas. Por ejemplo, un menor entiende lo que le pasa a la mamá cuando está triste o angustiada, aunque desde la razón aún no pueda comprender la causa de esos sentimientos”, destaca.
Pero lo anterior, aclara la especialista, no significa que las personas adultas no puedan ser empáticas, sino que, al constituirse en una habilidad psicosocial, requiere ser trabajada y favorecer su desarrollo continuo, no solo para contribuir a que otros vivan mejor sino para que el entorno personal goce de buena salud mental en la medida en que alguien que puede entender mejor a los demás tiene relaciones más sanas.
La comunicación
El principio de la empatía está en una buena comunicación, aquella en la que no existen solo emisores y receptores, sino que ambas partes están dispuestas a retroalimentarse. Quien solo se dedica a hablar, corre el riesgo de encerrarse en sus propios esquemas.
“La empatía hace parte importante de la comunicación, porque constituye una habilidad psicosocial y comunicativa que favorece la creación de un ambiente psicológico óptimo para expresarnos. Nos ayuda a desarrollar la capacidad de ‘leer al otro’, a través de sus gestos, miradas, voz, movimientos”, explica la psicóloga Montoya Camargo.
Según la experta, la comunicación no verbal puede decir más que lo que expresa abiertamente un hablante; en la medida en que solo el 7 % de su mensaje recae en las palabras, mientras que el 93 % corresponde, en lo que se cuenta con el cuerpo, pero no se verbaliza.
“Hay personas que pueden decir que se sienten a gusto con algo, pero todo su cuerpo está diciendo lo contrario. Una persona empática es capaz de leer esos signos y, a partir de estos, tratar de entender su sentir”, explica la experta.
Ni egocéntricos ni serviles
Mientras que aquellos que se la pasan hablando de sí mismos y de sus vivencias podrían ser catalogados como “seres no empáticos”, quienes hacen todo lo contrario tampoco gozan de mucha empatía, porque simplemente se están dedicando a atender los problemas de otros, a costa de anularse a sí mismos.
Por eso es que la psicóloga enfatiza en que se debe tener cuidado de no caer en extremos, porque nuestras relaciones no pueden estar mediadas ni por el egocentrismo ni el servilismo. “Es muy importante poner límites y expresar claramente cómo me siento yo frente al otro. La empatía también está mediada por la asertividad, que es la habilidad de expresar de manera clara, en el momento y de la forma adecuada, mi sentir. Recurriendo a esta habilidad expreso cuándo no puedo escuchar al otro o cuándo no me siento escuchado”, concluye •
Fomentar la empatía
Aunque la empatía suele ser un sentimiento de componentes innatos y aprendidos, también es una habilidad que puede ser trabajada con ayuda de profesionales en psicología.
La psicóloga y fonoaudióloga, Zamira Montoya Camargo recomienda empezar a dar estos pasos si se quiere cultivar esta habilidad: aprender a escucharse a sí mismo (cómo me comporto frente al otro), escuchar a los demás, mirarse en el otro como si fuera un espejo y, en la comunicación, escuchar su tono, leer su cuerpo y hacer silencios.
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