Conozca cómo son y se relacionan los nacidos a partir de 1995.
Asesora: Angélica Suárez Brito. Psicóloga, adscrita a Coomeva Medicina Prepagada
Aún con la vigencia del impacto que ha tenido la Generación Y, también conocida como la de los millennials (milénicos o milenial), en contextos sociales, económicos, laborales, de consumos, entre otros, la Generación Z comienza a inquietar a la sociedad con los desafíos que les impone a los mayores en términos de crianza y tutoría. Todo un desafío para padres y educadores: aprender a conocer sus gustos y comportamientos para una orientación correcta.
Si los milénicos, que comprenden a los nacidos en la década de los 80, han conmovido al mundo hasta el punto de cambiar las reglas de juego en muchos aspectos, especialmente culturales, gracias en parte a los avances tecnológicos, los que pertenecen a la generación Z recogen su herencia con retos aún mayores, pues nacieron con la tecnología como parte de su ADN, lo que representa consecuencias en sus relaciones psicoafectivas, comportamientos y actitudes, y también sus aptitudes.
Esta generación agrupa a los nacidos después de 1995, así que recién ahora comienzan a tener un peso importante en los mercados laborales. Si una persona hace parte de esta generación o tiene hijos o familiares que la integran, con ayuda de la psicóloga Angélica Suárez Brito puede encontrar algunas claves para entenderlos.
Identifique sus características
Los Z vienen a ser los hermanos de la Y o milénicos, así que sus características no difieren mucho. Son niños y adolescentes que no han desarrollado niveles de empatía social, esto es que sus relaciones son escasas o nulas. Se han criado detrás de una pantalla: TV, tableta, celular, computador, portátil. Por tanto, hay una marcada carencia afectiva. “Como padres de familia y como sociedad, muchas veces actuamos como sus proveedores materiales y no afectivos. Es, este asunto, el que más debemos trabajar”, dice la psicóloga Angélica Suárez Brito.
Los principales motivos de consulta en estas edades son la poca tolerancia a la frustración y que poco identifican los símbolos de autoridad. Esto se debe a que como pasan gran parte de su tiempo en la red, allí siempre están sometidos a situaciones de igualdad y, cuando deben enfrentar cara a cara a alguien mayor, no encajan en esa relación.
Así prefieren comunicarse
Hay dos maneras, explica la especialista, en la que los Z se comunican. Una es mediante procesos interactivos simbólicos, con los cuales traspasan cualquier barrera idiomática por el uso de los emoticones. El problema, entonces, llega cuando deben hacerlo en el mundo real. Allí las habilidades sociales desaparecen, se les dificulta generar empatía con lo demás, dar a conocer sus deseos, y cuando se les enfrenta no son capaces de responder sin agresividad. “Están acostumbrados a que todo es sí y no, y si algo no les gusta envían una carita de enojo, pero cuando esto ocurre fuera de las redes, no tienen las herramientas para responder con argumentos”, sostiene Angélica.
Aprenda a entenderlos y encauzarlos
Lo principal, entonces, es acudir a la afectividad, tanto de padres de familia como de quienes intervienen en su formación. En todo momento demuéstreles que ellos, los Z, son importantes y resálteles que tienen todas las capacidades mentales y comportamentales para poder cambiar al mundo, potenciando sus habilidades de autoestima y autoeficacia.
Con los avances tecnológicos “ellos tienen todo en sus manos en términos comunicativos, a de aprendizaje e interacción. Si logramos que encapsulen todo eso en una interacción más afectiva, en entornos afectivos, sociales y educativos, tendremos una mejor generación”, remarca la psicóloga.
Particularmente, las familias tienen un desafío importante, no solo siendo sus proveedores materiales, sino convirtiéndose en unos gratificadores emocionales. Tener unas reglas claras, y establecer la diferencia entre la realidad virtual y la humana.
Los colegios también pueden ayudar
Como vemos, el entorno educativo es tan importante como el familiar, pues es allí donde los niños y jóvenes pasan la mayor parte de su tiempo en este lapso. De allí que la responsabilidad recaiga igual en padres como en los formadores. “El reto de las instituciones educativas es ofrecerles una educación que se ajuste a las necesidades de los Z. Esta es una generación que no come cuento, que investiga, analiza y critica todo lo que se les entrega, por eso los currículos deben cambiar para ofrecerles respuestas ajustadas a sus requerimientos”, opina la psicóloga Angélica Suárez, “deben cambiar para ofrecerles respuestas ajustadas a sus solicitudes”.
Otro asunto importante, cierra la especialista, es la inclusión en estas decisiones de los estamentos gubernamentales y privados, para que a esta generación les lleguen ofertas de programas de salud y recreación, con herramientas que potencien sus características y habilidades