Cada vez es más común encontrar matrimonios que deciden hacer una vida sin niños en pro de seguir otros sueños, otras metas. Un reto para una sociedad conservadora.
Lucía Náder, Psicóloga invitada
Razones hay muchas y entre ellas se cuentan las superpoblación, la devastación de los recursos naturales, el rumor cada vez más fuerte de una futura guerra que acabe con todo, el hambre, las enfermedades que cada tanto salen de algún pueblo oculto en el mapa y que se esparcen por el planeta. Hay más razones y muchas de las nuevas parejas se las saben al dedillo para no tener hijos, para no seguir con la costumbre religiosa que dicta que hombre y mujer se unen para poblar la Tierra.
Hoy abundan las parejas que deciden no tener hijos, una decisión que a veces es difícil de expresar, pues nuestra sociedad conservadora, como es, aún cree que no se cumple el propósito de un matrimonio si no hay niños de por medio o que la felicidad será esquiva. Son paradigmas, o modelos a seguir, que a veces son difíciles de ignorar.
Lucía Náder, psicóloga clínica, experta en temas de familia y pareja, asegura que es una postura muy moderna y nada tradicional. “De una década para atrás la mayoría de parejas que se empezaron a unir lo hicieron para tener una experiencia de pareja. La motivación ya no eran los hijos. Hoy en día hombres y mujeres quieren tener un proyecto de vida en compañía, crecer juntos, tener un largo camino en la vida; sin embargo, no quieren tener hijos”.
No es fácil para ellos ni para las personas de su entorno; empiezan las presiones de familiares y amigos, por ejemplo cuando les preguntan a los recién casados: “¿cuándo vamos a conocer al primogénito?”.
Hoy en día hay grupos de hombres y mujeres llamados “los impares”, su característica principal es una vida por elección propia, no quieren compromisos ni pareja, ni relaciones afectivas profundas ni mucho menos hijos.
De otro lado están las parejas homosexuales, algunas deciden tener hijos ya sea con programas de inseminación, fecundación in vitro o adopción, un tema que para este colectivo y para la sociedad se va resolviendo de a poco.
Se toman el tiempo
Sin embargo, a veces la decisión es momentánea. Se trata de postergar la llegada de los hijos, dice Náder, porque quieren otros logros: mayor seguridad económica, mayor divertimento y, cuando van llegando a la madurez, deciden abordar la paternidad. No obstante pueden encontrarse con dificultades de tipo físico, y como consecuencia buscan tratamientos en los centros de reproducción humana que cada vez son más, mejores y muy especializados.
Esta tendencia que en Colombia lleva tomando fuerza hace una década es de vieja data en otros países. “Ahora vemos que hay países que no tienen población de remplazo y tienen muy poca juventud. Hace algunos años en Suecia las mujeres decidieron no tener hijos y muchos hombres salieron a conseguir mujeres de otros países que sí quisieran tenerlos”, dice la experta, quien agrega que también está el caso de Canadá, que cada vez hace más programas para recibir población joven que represente fuerza de trabajo.
La mayoría de las parejas que deciden no tener hijos se unen entre los 28 y los 40 años, en plena edad productiva, donde no se tienen los bríos inconscientes de la febril juventud ni los arrepentimientos de la madurez adulta, “hay muchos que no quieren tener hijos; una de tantas razones está dada por la carga económica; expresan: criar un hijo excede nuestras posibilidades económicas, otros no quieren sacrificar una vida armónica y tranquila así tengan una pareja estable en muchos aspectos. Ahora, ¿cómo manejar la presión externa? Siendo firmes y asertivos. Diciendo: no queremos”, recomienda la Psicóloga •
La mayoría de las parejas que deciden
no tener hijos se unen entre los 28 y los 40 años, en plena edad productiva y con otras prioridades como viajar o tener una vida más armónica.
Las mascotas, ¿un hijo?
Al dar una vuelta por las redes sociales es fácil darse cuenta: perros con disfraces, gatos dueños de camas enormes, y debajo los comentarios: “Mi pequeño. Mi hijo”. Las mascotas se han convertido en nuevos miembros de las familias, sin embargo, no son hechos o situaciones que se puedan homologar, explica la psicóloga Lucía Náder. Al respecto, algunas personas dicen que por qué si sostienen una mascota no pueden sostener un niño. “Son muy diferentes”, añade la especialista. Explica que mientras una mascota, si bien merece especial cuidado, no representa el nivel de responsabilidad afectiva, educativa, de crianza, económica de un hijo. Para todo padre o madre verlos crecer sanos, buenos, felices y decentes es algo más que un sueño. Verlos llegar a la universidad, por ejemplo, es un gran reto y para eso se necesitan condiciones económicas y mucha estimulación.