El amor por sí mismo es saludable, pero en exceso pierde su norte, convirtiéndose en una búsqueda desmedida por tener la aprobación de los demás.
Abelardo Muñoz González Psiquiatra adscrito a Coomeva Medicina Prepagada
El límite es pequeño entre autoestima y vanidad excesiva y son pocas las personas que reaccionan a tiempo una vez caen en este círculo vicioso.
Compras compulsivas, un sinnúmero de cirugías plásticas y dietas exageradas son algunos de los hábitos a las que llegan con el único objetivo de verse bien ante los demás, pues en realidad están poco a gusto consigo mismos. Acciones que, generalmente, están motivadas por los modelos y prototipos que impone minuto a minuto la industria del consumo. Es así como las medidas perfectas, la ropa de las mejores marcas, el gasto de dinero sin control y la extrema delgadez protagonizan el día a día de alguien vanidoso, un mundo que con el tiempo ha dejado de ser exclusivo del género femenino, aunque es donde tiene mayor fuerza.
“Hoy estamos hiperconectados en tiempo real, viendo cómo avanza todo de una manera frenética. Si en una época pasada las personas querían parecerse a la nobleza, los estereotipos se modifican mes tras mes. Hay una industria gigante, que se reinventa para poder subsistir, para que la gente deseche lo que tiene y se adapte rápidamente a un nuevo modelo de zapatos o accesorios, por ejemplo”, dijo el psicólogo Carlos Naranjo.
Diferencias y cambios
El psiquiatra Abelardo Muñoz González explica que una cosa es arreglarse en las mañanas para salir, ir al trabajo o cumplir una cita, y otra muy diferente es vivir pensando en cómo satisfacer ese ámbito social para sentirse admirado y popular.
“Cuando la vanidad se desborda puede hasta causar trastornos de la personalidad, de ansiedad o alimenticios como anorexia y bulimia, lo que denota en la persona una falta de autoestima y un estado emocional inestable. De esta manera lo que era una cualidad pasa a ser un defecto”, indicó Muñoz González.
Es así como los cambios alimenticios abruptos, añade la nutricionista Amida Carvajal, son, en gran medida, consecuencia de la influencia de ese universo, pues muchas personas deciden modificar sus conductas nutricionales para entrar en tallas pequeñas y estándares. “Si lo que se quiere es subir o bajar de peso, asesorarse de un experto es lo indicado. Los riesgos en la salud por los cambios de alimentación y trastornos alimenticios pueden ser muy graves y traer deficiencias a largo plazo. Lo ideal no es dejarse llevar por las modas, cuidarse de manera saludable, siendo realistas y aceptando el cuerpo”.
Diversas salidas
La pregunta en este punto es cómo ganar en autoestima y seguridad cuando el panorama parece tan oscuro. A lo que Muñoz González agrega: “La educación de los padres es elemental, que les enseñen a sus hijos a quererse, a cuidarse, a no seguir los parámetros que la sociedad les impone. Por esto la transmisión de valores como amor, respeto, confianza, tolerancia y valentía son determinantes a la hora de enfrentar la variación del concepto de belleza”.
Ahora bien, alguien vanidoso, según el psicólogo clínico Alberto Montero, es difícil que busque ayuda profesional debido al no reconocimiento de su condición. “Como se trata de seres humanos que necesitan de mucha atención, desarrollan esa vanidad en extremo para tapar la inseguridad que sienten, motivo por el que no dejarán de hacer las cosas que les sube su autoestima y tampoco les será fácil abordar el tema”. Intolerancia a la frustración, obsesión, impulsividad y perfeccionismo son rasgos de personalidad comunes entre este tipo de individuos, quienes acuden a un especialista buscando soluciones, pero a su estrés, al pánico, los problemas laborales o de pareja, entre otros.
Lo real es que nunca es tarde para aprender a aceptarse y valorarse incondicionalmente, reconociendo los éxitos y fracasos, sin compararse con los demás ni depender de la aprobación de la sociedad. La clave está en hacerse responsable de la propia vida, generar otros intereses, y en aprender a descubrir otras fuentes de alegría, éxito y reconocimiento.
Se concluye, entonces, que la vanidad siempre ha existido. Sea practicada desde la “arrogancia, presunción o envanecimiento”, según la define la Real Academia Española, o en su justa medida como un impulso para fortalecer el ego y facilitar la creatividad. La diferencia está en el límite que se le dé.
Hay una parte de la vanidad a la que llamamos autoestima que nos protege y hace que nos cuidemos, pero esta virtud distorsionada puede convertirse en un defecto
Las personas caen en el mundo de la vanidad sin darse cuenta, hasta que sus familiares, los amigos y el ambiente social les dice a gritos que están pasando el límite
Cultivan la vanidad
La psiquiatra Lucrecia Ramírez Restrepo explica que la vanidad corporal en nuestra sociedad es sinónimo de feminidad, lo que hace que ellas se retoquen, busquen tutoriales para maquillarse y quieran estar a la moda, rentabilizando así el negocio inaplazable de la industria. La profesional define el modelo de belleza actual a través de tres grandes características, que, en su opinión, son difíciles de cumplir. “Es un imposible”, dice. Estos son:
Muy delgada: no tiene curvas.
Tonificada: hace ejercicio todo el tiempo.
Sexi: se caracteriza por ser curva.
“Este modelo obliga a las mujeres a realizarse operaciones y gastar mucho dinero para intentar cumplir con el prototipo de belleza y sus parámetros rígidos”, concluye la especialista.
Tenga en cuenta
Instituciones sociales como la familia, la escuela y la iglesia son fundamentales en la construcción de ese modelo de belleza de una persona.
Autoevaluación
Una persona con buena autoestima se caracteriza por:
- Sentirse bien consigo misma.
- Expresar su opinión ante los demás.
- No temer hablar con otras personas.
- Saber identificar y expresar sus emociones a otras personas.
- Gustarle los retos y no temerles.
- Interesarse por los otros con sentido de ayuda.
- Ser creativa y original.
- Luchar por alcanzar lo que quiere.
- Disfrutar de la vida.
- Compartir sus sentimientos con otras personas.
- Conocer sus cualidades y tratar de sobreponerse a sus defectos.
- Ser responsable de sus actos.
- Ser un líder natural que concilia y no impone.